Primero por obligación, pero después por gusto, Rafael Fuentes inició su carrera de aprendizaje de idiomas a los 9 años, cuando su padre le pagó un curso de inglés a él y su hermano.
Aunque en primer momento lo hizo a regañadientes, con el tiempo, a los 12 años su verdadera pasión llegó gracias a la curiosidad que tuvo al querer aprender una lengua menos común: el chino mandarín.
Se dice que el chino es el idioma más hablado en el planeta tierra, con más de mil millones de personas que lo hablan. Otras lenguas asiáticas importantes son la japonesa, hablada por unos 120 millones y la coreana que sirve de idioma oficial para unos 100 millones de habitantes.
En Venezuela se dificulta el aprendizaje de las lenguas asiáticas porque no se cuentan con escuelas diseñadas para ello, como sucede por el contrario con el inglés, el idioma más buscado por jóvenes y emprendedores del mundo.
Sin embargo, China es una potencia mundial en muchos campos, por lo cual gran cantidad de empresarios mantienen negocios productivos con este país, sumado a la cantidad de jóvenes que se sienten atraídos por su cultura, tradiciones y país en general.
Rafael Fuentes cuando quiso aprender el chino fue porque le llamaba la atención cuando escuchaba a estas personas en los restaurantes que se encuentran en Barquisimeto. Primero le pidió a una taiwanesa que le enseñara, pero después de tres clases no pudo continuar porque la profesora no tuvo la paciencia necesaria.
“Ella me recomendó a otra taiwanesa, con quien continué las clases, pero por tiempo y después por dinero tuvo que desistir”, contó Fuentes.
De allí comenzó su aventura en solitario, pues decidió aprender de forma autodidacta, al estudiar a fondo la simbología china y sus significados. Después ha sido traductor de empresarios venezolanos que mantienen negocios en China.
Enseñar la simbología
Por insistencia de conocidos y amigos que le escuchaban como dialogaba con los chinos comenzó a impartir clases individuales, y desde hace dos años lo hace de manera formal en los espacios comunales cercanos a la biblioteca Pío Tamayo.
“Algunos quieren aprender porque mantienen negocios con organizaciones chinas, pero la mayoría es porque les gusta, y estos últimos son quienes logran aprender realmente el idioma”, expresó Fuentes.
Relató que los jóvenes sienten mayor curiosidad por el japonés, sobre todo por la moda actual de los dibujos en manga.
En las damas ha surgido las ganas de aprender el coreano por la cantidad de novelas que ahora exportan de este país a Latinoamerica, pues quieren escuchar de primera mano los diálogos de sus artistas preferidos.
Profesores por intercambio
Gracias al ímpetu de Rafael Fuentes, logró una alianza con AIESEC, para que estudiantes vengan a Barquisimeto para ofrecer un curso intensivo de chino y japonés durante seis semanas.
Aiesec es una organización global, apolítica, sin ánimo de lucro formada por jóvenes profesionales, estudiantes y recién graduados de instituciones de educación superior. Sus miembros están interesados en temas globales, interculturalidad, liderazgo y administración.
El aprendizaje del chino mandarín continuará por parte de Fuentes, sin embargo, para el japonés tendrán que esperar un año, de manera que puedan afianzar los conocimientos en este idioma.
El proyecto es abrir la primera escuela de idiomas asiáticos en Venezuela, cuya sede estaría en Barquisimeto.