El totalitarismo como realidad histórico- concreta en el siglo pasado puede decirse que renació de las brasas no extinguidas con las cuales el poder despótico, autoritario y hegemónico desde siempre, conquistó y colonizó el mundo. Las experiencias del nazismo y del fascismo, derrotadas en medio de dos conflagraciones mundiales, supuestamente eran barridas al rincón de la Historia por el Nuevo Orden Internacional que alumbraba la era de la democracia planetaria. La Organización de las Naciones Unidas albergaría 198 países como proclamando el triunfo de la “civilización sobre la barbarie”.
El “fantasma que recorría Europa”, según las tesis del comunismo apuntaladas por Marx y Engels, en sus críticas al capitalismo de mediados del siglo XIX, y que anunciaban como proyecto alternativo para la humanidad, en sus seis decenios de “socialismo real”, se tradujo en el renacer de las cenizas del totalitarismo, bajo el mandato de Stalin, al frente de la URSS. ¿Significó la implosión de este sistema, la condena de esta aberración, que dicho fenómeno quedaba definitivamente sepultado bajo los escombros del Muro de Berlín?
Quienes así lo pensaron, e incluso, postularon el triunfo del modelo democrático neoliberal, como desiderátum de la libertad y de los derechos humanos, tienen ante sí, la posibilidad de reescribir una nueva versión de la famosa novela de Eric Arthur Blair (George Orwel): 1984, con testimonios y pruebas documentales suficientes, pero esta vez con el título: 2014.
En un texto recién editado, donde se publican varias cartas del visionario británico, en una de ellas confirma la apreciación que tiene acerca de la personificación estaliniana, en dicha obra: “Me temo que, desgraciadamente, el totalitarismo está creciendo en el mundo”; y añade, “Hitler pronto desaparecerá, pero solo a costa de fortalecer a: 1) Stalin 2) los millonarios americanos e ingleses y 3) todo tipo de pequeños fuhrers al estilo de De Gaulle”.
El totalitarismo que tanto se empeñan en asociar con los regímenes dictatoriales, y los estudios especializados consagrados al tema representan esfuerzos enciclopédicos que así lo confirman, requiere ahora de igual o similar dedicación para replantear tal hipótesis, dado que en regímenes democráticos y, particularmente, en el país tenido como “el campeón de las libertades”, resurge por otros medios y bajo otras condiciones.
Según The Washington Post, la Agencia Nacional de Seguridad, de Estados Unidos, (NSA, por sus siglas en inglés), habría violado la legislación de privacidad en más de 2000 ocasiones, desde el 2008, cuando el propio Congreso norteamericano le concedió plenos poderes.
¿Cuántos crímenes abominables y cruentas guerras se han cometido y provocado en nombre de la seguridad nacional? Eso es lo que pusieron en evidencia tanto Bradley Manning como Edward Snowden, calificados por el gobierno estadounidense como “traidores a la patria”, pero para muchos, con mayores méritos que el propio Barack Orama, para optar al Premio Nobel de la Paz, como sugiere Johan Galtun, rector de la Transcend Peace University, TPU, y autor de más de 150 libros sobre la Paz y otros temas conexos.
Espionaje mundial, intervención de la privacidad de la humanidad y acoso ilegal a presidentes, naciones y ciudadanos, entre otros, con los alegatos principales que el gobierno de EEUU utiliza para la declaratoria de “Estados Forajidos”, los mismos que ahora se revierten en su contra por el terrorismo que alienta. (J. Suárez Danós, dixit).
Después del fracaso de Obama, en su intento por arrestar a Snowden, la derrota más significativa en los últimos años- la cancillería estadounidense, como en la agonía final del régimen hitleriano, parece caminar entre ruinas, producto de su totalitarismo militar y mediático; y, no obstante, no renuncia a seguir ejerciendo el espionaje y el control sobre el mundo. El “Big Brother” orwelliano en acción.