La ciudad como tema – Música para una ciudad enferma

Un buen amigo, el Dr. Vicente Guerrero Bernabey, me invita a ver en Youtube la iniciativa de un grupo de músicos de Salta, Argentina, a quienes la solidaridad los llevó a un hospital donde una de sus integrantes estaba muriendo de cáncer. Tocaron para ella, para alegrarle el alma pero tambien notaron que en la sala había un bebé que tenía rato llorando y que apenas oyó la música trocó el llanto por una sonrisa. De esa experiencia surgió un proyecto: el de pequeños grupos de músicos que acuden a los hospitales a llevar un poco de alegría a los enfermos. Y cada vez que ellos tocan hay un cambio notable en la atmosfera de tensión y temor que siempre presente en los hospitales.  Ya se sabe, la alegría es una buena ayuda para la sanación, física y espiritual.
Yo mismo pasé un tiempo internado en el Antonio María Pineda. La sala estaba atestada de gente en casi todas las condiciones. Estaba el que tenía varias semanas amarrado a un sistema de poleas  por una fractura muy complicada de los huesos de la pierna. Estaba el chinito a quien nadie visitaba y que no hablaba español y que para matar su aburrimiento se refugiaba en el baño a fumar un cigarrillo tras otro. Otro era un delincuente esposado a la cama y que se acompañaba de una chicharrita de la que solo salían reguetones y voces de locutores hablando incesantemente en un esfuerzo constante por evitar cualquier expresión inteligente. Unos pocos leían toda la prensa que podían. Había mucha cháchara aunque de vez en cuando alguien se quejaba del dolor y de la obstinación de estar en cama. La atmosfera era una extraña mezcla de ganas de vivir combinada con dolor real y mucho aburrimiento que apenas se interrumpía con la llegada de la comida o alguna visita. Solo la compañía de los otros y las breves visitas hacían llevadera la obligación de estar en cama. ¡Cómo nos habría caído bien un concierto de vez en cuando!
No puedo citar estadísticas ni investigaciones de ningún tipo acerca de este tema del uso de la música en los hospitales pero estoy seguro que en muchas ocasiones ella puede hacer más llevadera la condición de enfermo y ayudar a sanar más rápido y eso, en un hospital atestado de gente como el Antonio Maria Pineda  y con largas listas de espera, puede ayudar a mejorar el servicio. Si Ud. conoce al Dr. Rui Medina, hágale llegar estas líneas, que seguro que le interesan. La música debe dar los  mismos resultado que se logran con los Dr. Yaso, los voluntarios que llevan buen humor a los enfermos a los hospitales infantiles.
Por supuesto, no toda la música sirve para este propósito. No puede ser escandalosa porque no se trata de alterar la paz que debe reinar en un hospital. Debe ser para infundir alegría, serenidad, sosiego y de preferencia están las piezas clásicas, las que produjeron los músicos que vivieron en sociedades y tiempos mucho más serenos que los nuestros y cuya música refleja esa serenidad.
Para ser una ciudad que tiene muchas agrupaciones musicales de distinto género, no deben faltar voluntarios que en pequeños grupos quieran visitar los hospitales y llevar un poco de alegría a sus enfermos y hasta a los médicos, sometidos ellos tambien a situaciones de mucho estrés. Es cuestión de buena voluntad y que las trabas burocráticas no lo impidan.
La música tambien enferma y enerva. Además del ruido común de la calle, en los transportes públicos se escuchan reguetones a todo gañote pues, al parecer, los choferes están convencidos que el pasajero no solo paga para que lo transporten sino tambien para que lo torturen. Hay el riesgo de quedar sordos al pasar frente a algún negocio en los que un alto parlante anuncia que ya llegaron las pantaletas más baratas del mercado.
Esperemos que algún día algún alcalde se atreva a hacer cumplir las normas de convivencia ciudadana y haga honor al dicho de que somos una ciudad musical, incluso para los enfermos hospitalizados.

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