El yoga nos ofrece posiciones para aliviar y solucionar definitivamente distintas dolencias que aquejan a nuestro cuerpo físico, ya que el dolor corporal siempre está asociado a una traba energética que impide que nuestra energía vital fluya libremente por el cuerpo, ocasionando tensiones y muchos dolores.
En este caso, nos detendremos en un mal recurrente de estos tiempos: la migraña, dolencia absolutamente tensional que se ve rápidamente beneficiada con la práctica de estas posiciones o asanas:
1) Postura Bitilasana (o Postura de la vaca)
Una vez de rodillas en el suelo, al inhalar levantas la cadera hacia arriba, como un gato cuando está enojado y arquea su espalda, bajas el abdomen hacia el piso y levantas los hombros hacia el techo, manteniendo la cabeza mirando hacia adelante. Al exhalar, realizas la contra-postura que es subir la cabeza hacia adelante y atrás, al tiempo que la columna baja formando una U.
2) Postura Uttana Shishosana (o Postura Gato estirado)
Esta postura trabaja especialmente sobre el estiramiento de la columna vertebral y los hombros. Se realiza apoyando tus rodillas en el suelo y, a modo del rezo de los musulmanes, estirar totalmente los brazos hacia adelante, con la cabeza mirando hacia abajo. Con cada exhalación bajas un poco más, sintiendo como se estira cada vértebra, y como tu columna hace presión hacia abajo para estirarse más. Estira los brazos cada vez más hacia adelante, como reptando en la colchoneta, a fines de lograr una mayor elongación. Puedes sostener esta postura durante más tiempo y proteger tus rodillas y la espalda baja colocando una manta enrollada o un almohadón entre tus muslos y pantorrillas.
3) Postura Prasarita Padottanasana (Piernas extendidas con flexión hacia el frente)
Esta postura, sencilla a primera vista, no es rápidamente realizada por la mayoría de los principiantes de yoga, quienes no llegan a tocar el piso con la punta de sus dedos (si bien es mucho más fácil llegar al suelo con esta postura que en la variante Paschimontanasana, que tiene las piernas cerradas). Para sentirte más cómodo, puedes ayudarte de un almohadón que te permita apoyar las manos hasta donde tu columna lo permita y, con el tiempo, irás ganando en flexibilidad. Esta postura:
- Fortalece y estira la parte interior y posterior de las piernas así como la columna vertebral.
- Tonifica los órganos de la cavidad abdominal.
- Calma el cerebro.
- Disminuye el dolor leve de espalda.
Recuerda que ninguna postura o asana debe sentirse incómodo o doloroso. Las posturas son placenteras. Si te causa dolor, vuelve a la posición inicial. La permanencia la maneja cada uno: de tres segundos hacia adelante, mientras no se comprometa ninguna parte del cuerpo ni se sienta displacer al realizarlas.
Namasté