El proyecto revolucionario se quedó sin ideología, el discurso de un futuro utópico quedó enterrado, y ahora solo quedan grupos que pugnan entre ellos por un poder que saben no durará mucho mas. Se devalúa la moneda de manera sistemática, sacan al ejército a la calle con la excusa de un plan de seguridad, se colocan a dedo “estrellas” del mundo de la farándula como candidatos, y, la última estrategia, se inicia una lucha contra la corrupción. Esta última sienta las bases para una represión selectiva sobre argumentos de corrupción, en un país donde este tipo de actos asume formas infinitas en todos los niveles y donde la ley está a disposición de un grupo para ser utilizada contra el enemigo.
Pudiera pensarse que además el Ejecutivo nacional aspira a ganar algún tipo de poder moral al emprender esta cruzada contra la corrupción. Sin embargo, el gran problema al que se enfrentan es que ellos han sido los administradores de estos 14 años de bonanza petrolera, por lo que resulta poco creíble que desde sus filas la transparencia en el uso de los recursos públicos haya estado a la orden del día; más aún cuando la administración actual ha estado rodeada de escándalos de todo tipo en cuanto al mal uso de los recursos públicos.
En este contexto, la violencia del discurso se ha ido exacerbando, ya no es uno el que lanza sus ataques verbales sobre quienes lo adversaban, ahora son decenas de voceros que tratan de ser más radicales que los otros. Pareciera que se ha pasado a un conflicto de guerrillas, con células diseminadas por todo el territorio sin una unidad de mando. De esta manera, el caos está a la vuelta de la esquina, con un monstruo sin cabeza que anda golpeando con toda su fuerza pero sin una clara dirección.
Al final, todo esto se ha configurado de tal manera que no cabe duda que la revolución perdió su rumbo, tratando de alcanzar a toda costa el único objetivo que parece tener claro: mantenerse en el poder. Pero sin contenido las revoluciones mueren, terminan convirtiéndose en proyectos de poder sostenidos únicamente por sistemas de control y represión.
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