Para decidir si una canción nos gusta o no, tenemos más en cuenta lo que vemos que lo que oímos. Esta es la conclusión de un nuevo estudio de la Universidad de Londres (Reino Unido) que contradice la creencia de que el principal condicionante en la evaluación de la música es el sonido. Esta teoría explicaría la preocupación de los artistas por crear puestas en escena llamativas y la de sus seguidores por ocupar la primera fila en las audiciones.
Para examinar el impacto de la información visual a la hora de juzgar una producción musical, los investigadores mostraron a más de 1.000 músicos una serie de interpretaciones musicales entre las que debían identificar la del ganador del certamen en cuestión. Dividieron la muestra en tres grupos, de modo que una parte de ellos sólo escuchaba el sonido, otra parte sólo la visualizaba y la última veía la actuación completa. Los resultados mostraron que el 46 por ciento de músicos fue capaz de adivinar el ganador viendo grabaciones de vídeo en silencio y sólo el 30 por ciento lo hizo basándose en grabaciones sonoras o grabaciones con vídeo y sonido.
Esta preponderancia de la imagen explica por qué algunos espectáculos musicales son a menudo sobrevalorados, y ratifica el dominio del sentido de la vista en el ser humano y el sometimiento de su opinión a la satisfacción visual.