El recibimiento de Henrique Capriles Radonski por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, ha sido un acto inamistoso hacia Venezuela. ¿Tiene derecho a hacerlo? Por supuesto que sí, pero no por ello deja de ser un acto inamistoso, un agravio ¿Pero por qué, si en algunas ocasiones los presidentes reciben invitados extranjeros opositores a los gobiernos con los que se tienen relaciones? Porque Santos recibió a un dirigente opositor que declara “ilegítimo” al gobierno venezolano, en actitud beligerante. Recibirlo, significa, de algún modo, validar esa política de desconocimiento de las instituciones de Venezuela. Allí reside, precisamente, el agravio.
Adicionalmente, la situación se complica porque esté acto inamistoso tiene lugar de manera simultánea con otros eventos. Bogotá, por iniciativa del ex presidente Álvaro Uribe, se ha convertido en una nueva plataforma de acciones políticas de la extrema derecha continental contra el gobierno venezolano, que congrega a factores vinculados al paramilitarismo, grupos estadounidenses de los llamados “halcones” y sectores que, en Colombia, históricamente han alimentado ambiciones sobre el territorio venezolano. Se ha creado un cónclave que reúne dinero, agencias especializadas en propaganda y logística para actos armados.
Esta plataforma no ha sido montada por el presidente Santos. Sin embargo, ha sido creada en sus narices, y el gesto de recibir a Capriles, en cierta medida, la pudiera amparar. Todo esto contrasta con el viraje que le había dado Santos a su política hacia Venezuela y pone en cuestión los acuerdos a los que había llegado con Chávez. Pueden ser variadas las explicaciones de esta conducta: una mensaje hacia el electorado que le disputa Uribe; una concesión a un pedido del vicepresidente Joe Biden en su reciente gira; un endurecimiento en las negociaciones de paz. En todo caso, la situación de riesgo en que se han colocado las relaciones bilaterales es evidente.
Así pues, la decisión del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, de sostener una reunión con Capriles Radonski, refuerza el planteamiento de éste sobre la ilegitimidad del gobierno de Venezuela, aunque esta posición no sea acompañada directamente. Al mismo tiempo, Santos ha mostrado tolerancia frente a los grupos que en su país organizan iniciativas políticas en relación a Venezuela. La validación del planteamiento y el amparo de “la plataforma” traen como consecuencia que las relaciones entre los dos países se deterioren, lo cual es negativo tanto para el pueblo venezolano como para el colombiano.
En cuanto a Capriles Radonski, hay indicios que hacen pensar que no es ajeno a la plataforma de Bogotá ni a la visión estratégica de ésta. Los mensaje que ha emitido, en los que califica al gobierno de Nicolás Maduro de “dictadura” que “pronto” caerá, sugieren que se ha desvinculado, al menos parcialmente, del camino oficial de la MUD, que reconoce a las instituciones del país y apunta hacia las elecciones parlamentarias de 2015, tal vez el referendo de 2016, y las presidenciales de 2018. Es de esperar que esta bifurcación genere tensiones en la alianza opositora, si en realidad existen diferencias.
La plataforma Bogotá
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