Para recordar: “Mientras dure la tierra no cesarán la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche.” (Génesis 8:22)
Hace 10 años, entre el 11 y 15 de agosto se registró en Europa una de las mayores olas de calor, tal vez, como las ocurridas en siglos anteriores. La diferencia estriba en la cantidad de víctimas que cobró y por ello la calificamos de triste.
Las consecuencias fueron dramáticas en los ecosistemas, en la población y las infraestructuras, y en algunos países, como es el caso de Francia dio lugar a importantes crisis políticas relacionadas con la respuesta a los daños ocasionados por las altas temperaturas.
Desde esta ventana, sostenemos que aunque algunos gobiernos no necesariamente son los responsables directos en la aparición o consecuencias de los desastres naturales, sí son más responsables en otras crisis; especialmente cuando se decretan emergencias: Alimentarias, hospitalarias, de medicamentos, de seguridad, energéticas, salubridad, habitacionales, de repuestos de todo tipo, por mencionar algunas.
Y colocamos un ejemplo: ¡Todavía no hay (en los anaqueles) el muy necesario papel sanitario! Como dijo alguien: “Estamos dando pena por ello”. Tampoco aparecen otros productos de alimentación y quien sabe, quiénes se están haciendo millonarios por vender estos rubros, “los desaparecidos”, al doble o triple de lo que están supuestamente regulados.
Volviendo la ola de Calor europeo para el año 2.003, según los datos aportados en la wikipedia, giró entre los 40 y 47 grados centígrados. Siendo los países más afectados España, Italia, Portugal, Francia, y con menos intensidad: Inglaterra, Alemania, Finlandia y Dinamarca.
Los seres humanos más golpeados, por el calor, fueron personas de la tercera edad, niños y enfermos. Se habla que en Francia murieron unas 14 mil personas y generó varias interrogantes sobre la sociedad francesa en cuanto a la solidaridad intergeneracional y la eficacia de los servicios sociales. Se estima que en España murieron unas 6.500 personas; en Portugal 1.316; en Italia se habla de 20 mil muertos.
Algunos adjudica las causas a lo que llamamos el efecto invernadero; declarando culpable al calentamiento global causado por la mano directa de la humanidad. Hay quienes difieren de esto último, porque dicen que esta ola de calor tomó a numerosos desapercibidos, ya que no disponían de aire acondicionado y otros mecanismos de protección ¿Siempre hay quien defienda lo malo, no es así?
Todas las profecías bíblicas y la palabra de Dios, en general, no se equivocan. Nuestro verso inicial dice: “Mientras dure la tierra no cesarán la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche.” (Génesis 8:22) ¡Qué maravilla para nosotros los creacionistas! Que estos procesos naturales no cesan y es una prueba más, que habiendo pasado unos 6 mil años de haber sido creada la tierra, todo se mantiene constante; porque Dios lo dispuso así.
Lo que nos suena un poco alarmante, es que el calor está contemplado dentro de las últimas siete (7) postreras plagas que vivirá nuestro planeta, descritas por el profeta Juan y dice así: “El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, y le fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el Nombre de Dios que tiene poder sobre estas plagas, pero no se arrepintieron para darle gloria.” (Apocalipsis 16:8 y 9).
Lo que llama la atención del verso anterior, es la poca capacidad de arrepentimiento que presentamos los humanos, ante cualquier crisis, y por estos hechos naturales o no, generalmente culpamos a Dios, especialmente, cuando los acontecimientos se presentan en negativos; aparentemente, estamos menos dispuestos a darle gloria a nuestro Creador.
Por otro lado, da la apariencia que la humanidad sigue a la espera de un “mesías” para que arregle todas las crisis existentes. Sin embargo, el Verdadero Mesías, Cristo, ya nació (hace algo más de 2 mil años), murió, resucitó, se fue al cielo y está pronto en regresar.
Por todo lo anterior, así como la triste ola de calor tomó por desapercibidos a numerosos europeos; deseamos que la Segunda venida de Jesús, no nos agarre desprevenidos.
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