La sentencia de un tribunal no debe ser para complacer a alguien, ni puede ser producto de una presión social, ni de opinión pública ni de cualquier otra índole. Mucho se ha dicho, por ejemplo, que haber declarado que había mérito para enjuiciar al entonces presidente Carlos Andrés Pérez, se debió a la presión que sobre la extinta Corte Suprema de Justicia, ejercieron la opinión pública y aquellos “notables” tan famosos en ese entonces. La sentencia de un tribunal siempre, pero sobre todo si es del máximo tribunal de la república, debe ser para administrar justicia. Parece muy sencillo, pero en la práctica no lo es tanto. La apreciación de si la conducta de una persona está ajustada o no a la ley, al final queda a la exclusiva conciencia del juez. La formación científica y moral de los jueces, en definitiva la formación de sus conciencias, es urgente en Venezuela. Por eso, repito con el recordado Dr. J.R. Mendoza Mendoza, “más importante que la ley es el juez”.
Sólo la Justicia Divina es absolutamente justa, valga la redundancia, y lo es porque es sabia, ve todo el contexto de lo ocurrido e incluso hasta la intención de los involucrados y porque sólo busca hacer justicia. Por cierto, de esa justicia divina no nos escaparemos ninguno, algún temor a Dios deberían tener los gobernantes.La justicia humana, por el contrario, es ciega porque el ser humano tiene una visión parcial y limitada de los hechos. De allí la representación clásica de la Justicia: una mujer de rostro impasible, con una balanza en sus manos y los ojos vendados. Hacer justicia es una labor difícil, de alta valoración y de exigente preparación. No es fácil ser juez. Esa es la razón por la cual la selección de los magistrados del más alto tribunal de la república, ha sido revestidatanto por nuestra Constitución Nacional como por las leyes que regulan la materia, de grandes requerimientos, debe intervenir un Comité de Postulaciones que velará por el estricto cumplimiento dela ley. Lamentablemente, todo eso ha quedado en la sola letra de las leyes. El actual régimen y el anterior (el presidido por Chávez) han incumplido con los mandatos constitucionales y legales a la hora de escoger los magistrados del TSJ y de manejar el Poder judicial. Hoy lo estamos viendo de manera muy clara en varias decisiones que ha tomado el TSJ. Ninguna, por cierto, en contra del régimen, cosa imposible, como si este régimen fuera perfecto.
La más reciente de las decisiones del TSJ, en Sala Constitucional, es la que declara inadmisibles las impugnaciones contra los resultados de las elecciones del pasado 14 de abril, incluyendo una multa a Capriles y solicitud de averiguación penal en su contra. El TSJ ni siquiera entró a revisar los alegatos de los accionantes, los que declara muy “genéricos” y, como dice el Dr. Duque Corredor, si son tan “genéricos” por qué razón no decidió acerca de la no nacionalidad venezolana de Maduro, alegato absolutamente específico. La periodista Marta Colomina señala o nos recuerda quienes son los integrantes de la Sala Constitucional: Gladys Gutiérrez, flamante presidenta del TSJ, fue militante política del MBR-200 y del PSUV y Jefe de Secretaría del Consejo de ministros de Chávez. Juan José Mendoza, ex diputado oficialista, “renunció” al PSUV para ser magistrado de la Sala Constitucional. Francisco Carrasquero ya sabemos quién es, premiado por su actuación al frente del CNE y ardoroso defensor del “proceso revolucionario” y Luisa E. Morales, de ingrata memoria como presidenta de la Sala Constitucional y varia veces destituida del Poder Judicial.
El jurista larense Dr. Jesús Alberto Jiménez Peraza, denuncia y se queja tanto de la politización del Poder Judicial como de la “justicialización” de la política, tiene razón el amigo Jiménez Peraza. EL IMPULSO en su Editorial del lunes se queja del mal ejemplo que se da desde el más alto tribunal de la república, “copia deslucida de los juristas del horror de la Alemania nazi”. Y no quiero dejar de citar la tesis del Dr. Gustavo Lináres Benzo, quien señala que para esta Sala Constitucional no existe el Derecho. El Derecho es una superestructura capitalista que debe desaparecer en una revolución socialista. Esa es la tesis comunista y Lináres Benzo tiene razón, esaes la concepción de Delgado Ocando que se quiere hacer prevalecer en Venezuela en estos tiempos menguados. El rechazo a la decisión del TSJ ha sido unánime, si es que ha habido decisión. Me parece que lo que ha habido es denegación de Justicia.
Rechazo unánime a sentencia del TSJ
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