La ciudad como tema – ¿Qué hacer con Transbarca?

El tema de Transbarca divide las opiniones entre quienes creen que ayudará a resolver el problema del transporte de la ciudad y quienes señalan que simplemente es un costoso error y que no hay que seguir botando plata.
El Transbarca genera muchas preguntas: ¿Se hicieron estudios previos?, ¿son de carácter básico, como es el caso de una encuesta de origen y destino? ¿Tienen validez hoy? ¿Cómo se inserta Transbarca en el resto del sistema de transporte?
¿Es verdad que apenas atenderá al 10% de los viajes de la ciudad? ¿Será verdad que la av. 20 no necesita al Transbarca? Si la estación terminal del oeste está sobredimensionada: ¿Cómo se resolverá eso? ¿Por qué al sistema no se le dio continuidad hasta Los Rastrojos? ¿Hay planes ya diseñados para el futuro?
Las preguntas siguen: ¿Quién garantizará que las unidades, en manos de choferes que no son dueños de las unidades, no terminaran destruidas en una chivera? ¿Cómo se llegó a la conclusión de que el sistema debía trabajar como trolebús? Y si tan fácilmente se pudo cambiar el sistema a gasolina, ¿sobre qué base se justificó primero el trolebús y ahora el sistema a gasolina?
Por supuesto que no falta la suspicacia política: ¿Pararon Transbarca porque Falcón se pasó a la oposición o porque había razones técnicas para hacerlo? ¿Será verdad que lo reactivaron justamente ahora para favorecer a la candidatura del PSUV? Y si este pierde las elecciones ¿el poder central se desentenderá del Transbarca?
Hay riesgo de que esta historia termine mal. Sería uno más de los elefantes blancos que pueblan nuestras ciudades: el Metrobus está pudriéndose en un estacionamiento. Si las unidades del Metrobus las hubieran entregado en propiedad a los transportistas estas unidades todavía hoy estarían circulando. Yo, además de ofrecer las unidades a los transportistas, haría un intento tambien con Cecocesola. Por malo que sea el transporte en manos de los privados, por lo menos mueve la ciudad y si hay alguien que no tiene interés en dejar deteriorar sus unidades son precisamente los privados. Si ellas no están en mejores condiciones es porque es imposible mejorarlas vista la antigüedad de la flota.
Con los 500 millones de dólares gastados en el Transbarca han podido comprarse todos los autobuses requeridos para la ciudad, mejorar las vías, hacer paradas decentes y financiar estudios de transporte. Pero no se hizo. Habrá que ver si el nuevo Transbarca, chucuto y degradado, justificará algún gasto adicional o si mas bien habrá que olvidarse del asunto, suponiendo que alguien tenga el coraje político de hacerlo. Quizas alguien quiera replantearse todo de nuevo pero esta vez, sin obviar los estudios necesarios, con debate público y escuchando a todos los actores, tanto a los que nos transportan, a los que sufrimos los males del sistema y a todo el que le interese el problema.
En los modelos de transporte masivo exitosos que se han desarrollado en América latina, como es el caso de Curitiba y Bogotá, en ellos las líneas discurren a lo largo de corredores con alta densidad poblacional. Barquisimeto, es una ciudad excesivamente dispersa y de baja densidad. Sin esos corredores de alta densidad no tiene sentido hablar de transporte masivo y de vías exclusivas como se quiere hacer con el Transbarca. Una tarea inmediata es rediseñar el plan de desarrollo urbano para densificar lo que se defina como línea de transporte, pero mientras tanto quizás es mucho el margen de maniobra que todavía queda antes de llegar a un sistema masivo. Por ejemplo, rediseñar las rutas y sustituir las unidades por otras de mayor capacidad y ponerle un limite legal a su vida útil. Tambien hay que decidir hasta donde debemos permitirle al automóvil entrar al casco central y si debemos seguir urbanizando la periferia mediante conjuntos residenciales de baja densidad que despilfarran el suelo urbano y hacen necesaria la posesión del automóvil para acceder a los servicios que esas zonas no suministran, automóvil que, luego, se utilizará tambien para entrar al centro de la ciudad: la baja densidad poblacional de la periferia es contraparte de la alta densidad de vehículos en el centro de la ciudad.