Los estragos que causa en las familias y comunidades cada interrupción del servicio de luz, afectan la calidad de vida, la seguridad y el bolsillo de los larenses.
Cada vez que hay un apagón en la zona norte de Barquisimeto, especialmente para los vecinos de la Urbanización Yucatán, la situación es muy delicada porque dependen del servicio eléctrico para tener agua.
“Como a la mayoría de los larenses nos llega poca agua y la administramos a través de un acueducto, y cuando se va la luz, los equipos sufren daños cuantiosos”, comenta Juan Carlos Sánchez, vecino de esta urbanización, quien explica que en lo que va de año han tenido que comprar tres bombas, cada una de ella con un costo de 70 mil bolívares.
Añade Sánchez que a los apagones se suma la falta atención de Corpoelec en cuanto a la sustitución de luminarias. “Tenemos más de un año reportando esta situación y no las reponen. Y pensar que igual tenemos que cancelar los montos exagerados y multas ilógicas en las facturas del supuesto servicio”.
Por su parte en Cabudare, el señor Jesús Gómez, residente de la urbanización Camino de Tarabana, concuerda con la opinión de Sánchez sobre las luminarias quemadas. “A nosotros al hacer el reporte nos dicen que no hay material y que no saben para cuándo llegará”.
El problema es que la falta de luz afecta directamente en la inseguridad, “por eso como comunidad organizada nos tocará hacer el gasto para solventar la situación”.
Por otra parte comenta las constantes interrupciones de luz le han obligado a hacer una inversión aproximada de 3 mil bolívares.
“Cada regulador de voltaje cuesta entre 250 y 600 bolívares, dependiendo del uso que se vaya a dar y ese gasto hay que hacerlo obligatoriamente. A uno le cuesta mucho trabajo comprar sus cosas. Si se me quema algo Corpoelec no me va comprar un aire acondicionado que cuesta 20 mil bolívares, o una lavadora de 30 mil”.