En otro artículo pasado vimos qué eran y cómo funcionan los hábitos. También observamos que aparte de proporcionarnos un placer inicial, algunos de ellos tienen consecuencias beneficiosas y otros las tienen perjudiciales.
Hay 3 pasos fundamentales para modificar hábitos.
1. Paso: interrumpir el patrón que nos lleva a realizar la conducta (de este modo el tronco neuronal, del que hablábamos en la primera parte, se irá desvaneciendo). Dicho de otro modo: si en nuestro jardín no deseamos malas hierbas, no nos queda otra que arrancar las plantas que no nos dan los frutos que nosotros deseamos. Y como decíamos, para ello deberemos interrumpir el patrón que nos conduce a ese hábito perjudicial. Por ejemplo: dejar de arrasar la nevera cuando llegamos cansados por la noche a casa.
2. Paso: Para evitar las recaídas: buscaremos y adoptaremos una alternativa que nos dé el placer que obteníamos con el comportamiento antiguo pero sin las consecuencias indeseables. Metafóricamente hablando, en nuestro jardín elegiremos y plantaremos conscientemente qué tipo de plantas y qué tipo de frutos queremos disfrutar. Por ejemplo: darnos un baño, escuchar música que nos relaje, o bailar para descargar tensión.
3. Paso: Condicionar y repetir el nuevo comportamiento, hasta que se convierta, esta vez en un hábito beneficioso. La repetición genera destreza, y genera el asentamiento del hábito, y en nuestro jardín, ¿lo recordáis? Cuidaremos las plantas recién germinadas, las abonaremos, las mimaremos sobre todo al principio, hasta que vayan creciendo y fortaleciendo. Hasta que ya formen parte de nuestra actividad diaria. Por ejemplo: hacernos cartelitos recordatorios de las nuevas actitudes que queremos convertir en hábitos saludables, encontrar un especialista en modificación de hábitos que nos facilite el proceso.
Ahora pues, es el momento de entrar en acción, y adoptar soluciones para mejorar nuestra calidad de vida en todos niveles, es dar un paso adelante.