Los colores se apoderaron de la Sala Jorge Arteaga del Ateneo de Cabudare, con la inauguración de la muestra individual Vuelos de Infante, del artista plástico Alirio Infante, un caraqueño afincado en Lara, tierra en la que ha echado a correr su imaginación para aflorar el niño interno que hay en él.
Precisamente trazos con la alegría característica de los más pequeños, es lo que pudieron apreciar los asistentes a la inauguración de esta exposición, el sábado en la noche, cuando Alirio Infante se convirtió en el anfitrión de la velada realizada en homenaje a los 23 años del emblemático espacio cultural del municipio Palavecino.
Profesionales de la plástica, jóvenes estudiantes de Arte y público en general, se acercaron a apreciar la propuesta que presenta 20 de las obras que el artista ha realizado durante los últimos cinco años.
El mismo Alirio Infante explicó que se trata de una muestra realizada en varias etapas, por lo que ofrece diversas alternativas y posibilidades visuales en el aspecto técnico, ya que desde el punto de vista simbólico se encuentra dentro de los elementos manejados en los últimos años: caballos, con barcos, aviones, aves y casas que aparecen en el aire.
“Hay dos piezas que tienen cinco años; las demás son recientes, porque también uno viene y va en busca de elementos… refresca y continúa (…) El último cuadro que hice para esta muestra lo terminé hace diez días. Hasta hace poco estuve creando, porque uno trabaja todos los días, pero las obras con mejores logros son las que están exhibidas aquí”, dijo el artista plástico mientras el público se paseaba por la sala de exposiciones para apreciar caballos bellamente irreales, acompañados de un universo de aditivos que sólo un infante puede imaginar.
Entre las 16 pinturas y las cuatro esculturas que se aprecian en Vuelos de Infante, se muestra siempre un Alirio niño, uniendo colores contrastantes y completamente contrarios para llegar a su más alta frecuencia cuando el mismo artista decide hacerlos posar uno al lado de otro.
En cada pieza hay una historia que los mismos amantes de la plástica pueden apreciar y armar, entre caballos llenos de libertad, que no corren sobre espacios terrosos o sobre grama, sino sobre playas en el aire, con un soñador cielo azul de compañero.
Precisamente para que todo el público larense y visitantes en esta temporada vacacional puedan apreciar la exposición, el Ateneo de Cabudare ha planeado una serie de actividades para que, hasta el primero de septiembre, puedan tener un motivo para compartir y acercarse a la cultura.
