“Un gerente se escoge, imaginándolo que es un dictador». Francesco Alberoni
En el transcurso de nuestras vidas, debemos siempre juzgar a los demás, evaluarlos y decidir si podemos confiar en ellos. Es una tarea difícil, porque no conocemos bien, ni a nosotros mismos, y las circunstancias cambian constantemente, pero existen algunos criterios que podemos seguir.
Uno, es la primera impresión. La primera vez que encontramos una persona, no tenemos todavía una idea preconcebida acerca de ella y registramos todos sus mensajes verbales y no verbales, como si fuera una película original. Y si esa persona no sabe nada de nosotros, no sabrá como simular un comportamiento en particular ni que mascara ponerse. Por eso tendremos la oportunidad de percibir cualquier cosa, que después desaparecerá, porque seguidamente, nos presentara el aspecto que piensa, será el más agradable y nosotros haremos intervenir nuestro intelecto, el razonamiento y sentiremos la opinión de otros, que nos influenciaran.
Seguro es. Que la primera impresión puede ser errónea. Existen personas que se han entrenado para presentarse siempre de manera simpática y escondiendo, por decirlo crudamente, la parte malvada de ellos. Por eso, después, debemos buscar información.
Primero que nada, se les debe hacer hablar muchísimo, haciendo las preguntas en los momentos menos esperados. Escucharlos cuando hablan con otras personas. Pero sobretodo, estudiando su pasado, averiguando que dicen las personas que han tenido una relación muy estrecha con ellos. Saber si se han comportado en una manera honesta y sincera o por el contrario, han engañado o no han dicho la verdad en alguna ocasión.
No tenemos que tener miedo, de ser unos intrusos. Es justo y es nuestro deber hacernos una idea objetiva de quien es esa persona.
Si ha actuado bien, podremos descubrir cualidades extraordinarias, que ni siquiera hubiéramos sospechado. Si por el contrario no es muy bueno, es mejor saberlo rápido, que descubrirlo muy tarde.
Por ultimo, hay un tercer criterio. Cuando tengan que tomar una decisión difícil, pregúntese: “¿En mi puesto, el se habría comportado como yo?”. Entonces, se nos podrían presentar dudas. Nos daremos cuenta, que son muchas cosas que nos separan. Podríamos descubrir que es más generoso o avaro que nosotros. Incluso más superficial o más cínico.
Por ultimo, si tienen que escoger como emprendedores, un gerente o un colaborador importante, pregúntense siempre: “¿Que cosa haría esta persona, si fuese un dictador omnipotente?”.
Entonces se darán cuenta, que ciertas personas serviles, podrían convertirse en vengativos, que algunos personajes brillantes en déspotas caprichosos, que algunos moralistas en inquisidores y ciertos cómicos en seres crueles.
Como sabiamente, le contestaba la abuela de Julio Pérez Rojas, cuando este le preguntaba, para saber si una persona específica era buena gente o no., ella a esa pregunta, contestaba con otra, ¿fulano de tal ha mandado? Y ¿se ha portado bien? Si la respuesta es si, entonces ella decía que era buena gente.
Dicen que el poder corrompe. Probemos a imaginar que lo tienen y lo ejercen sobre nosotros, antes de escoger.
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