Una lengua correctamente hablada, es un primer bien social. En base a esta consideración, reviste interés, agregar, que las palabras tienen fuerza y valor. No se concibe, en este caso, igual al similar valor de las monedas, es un valor semántico, de mayor relevancia. Don Andrés Bello, en esa maravillosa construcción que es su Gramática de la Lengua Castellana, habla respecto al lenguaje, como la lengua que habla la gente culta, es decir, reconoce a las palabras, un gentilicio de dignidad y cortesía.
Don Cecilio Acosta, quien su hermoso estilo, lo enhebró, en formas tan casta como castizas, agregó estos valores, a su prístina elocución. De donde podemos afirmar, al ocuparnos de tan interesantes tópicos, podemos aceptar, en orden a las consideraciones siguientes: que las lenguas revisten una corrección tal que debemos cuidar con esmero y que las palabras requieren de cierta dignidad y nobleza, como lo usa y acostumbra la gente culta.
Hilvanamos esta serie de consideraciones, al analizar sintéticamente, frases, juicios y referencias, del Presidente Maduro, reñidos con el buen decir, que mucho asombrarían a los eximios maestros Andrés Bello y Cecilio Acosta, que esas indebidas expresiones, constituían el lenguaje usual del Jefe del Estado. El lenguaje correctamente escrito y bien pronunciado, ceñido con decoro a las normas de la sindéresis y principios de urbanidad que precede al trato social.
La estridencia, en muchas ocasiones se ha hecho presente, en ese deplorado estilo de diatriba gubernamental. La desdeñada vociferación, que por momentos increpa desabridamente o pretende zaherir es signo inaceptable en las conversaciones de altura. Sobre todo, cuando se recurre, regularmente, a una sarta de insultos, denuestos y ofensas de palabras, en tal caso, desprovistas de mesura y discreción, que se está obligado a mantener, para animar el debate y la tertulia, dentro de cánones de buen pronunciamiento y el asiduo mantenimiento de relaciones ponderadas y respetuosas entre los seres humanos, en un tono comedido, donde prevalezca, no el insulto soez o la amenaza cursi, sino un lenguaje de conciliación y de apacible retórica, para rendir culto a la dignidad de la palabra.
A veces, con ponderada intención, hemos tropezado, mas por azar, que otro propósito inveterado, con los incómodos juicios y descomedidos adjetivos, que el señor Maduro, endilga con aspereza a su compatriota Henrique Catillo Randoski, a quien por su distinción y meritos, debe tratar como adversario leal y a los excelentísimos Presidentes, Santos de la Republica de Colombia, Barak Obama de USA y Mariano Rajoy de la madre España, en una censurable y destemplada manera, por la tozudez e intemperancia que denota, al no usar gallardamente, el lenguaje esmerado y respetuoso que merecen, quienes están investidos con la dignidad del poder y para colmo, sin hacer uso de la excusa decorosa o del reconocimiento a la ofensa, se mantiene incólume, ante el desmán propiciado.
Denota notoria incultura, formular falsos juicios o hacer indebidas calificaciones, que ponen de relieve, ignorancia de Historia, Geografía o Gramática, como esa torpe aseveración de tildar de inconsistente y poco sistemático, el sistema educativo chileno, cuando por el contrario, es de un estilo refinado y de alto contenido castizo. Insistir en lo contrario, es denigrar de Bello y de su insuperable magisterio continental, que construyó todo el sistema de la educación y de allí la extendió a lo largo de la América Hispana. Bello honra la Republica de Venezuela, que le dio cuna y a la Republica de Chile, que le confió la educación de su pueblo y la redacción de sus leyes, sino a toda la América Latina, de la cual fue su principal educador.
En sus declaraciones acerca de la educación chilena, el señor Nicolás Maduro, expresa desconocer, que nuestro máximo ensayista Mariano Picón Salas, trajo de Chile una legión de eximios docentes, de la Escuela y las enseñanzas de Bello, en 1.936, para construir nuestro primer Instituto de formación docente superior, el ilustre Instituto Pedagógico Nacional, de tan meritorio prestigio y señera obra de acendrada docencia venezolana. Negar la alta obra pedagógica de Andrés Bello, es forma vituperable de desconocer, la vida y obra de nuestro máximo humanista.
Téngase presente, fue el Libertador, quien pidió al Congreso de Angostura, respeto y admiración a los libertadores de Venezuela: “Son acreedores a ocupar siempre un alto rango en la Republica, que les debe su existencia” (Bolívar, Mensaje al Congreso de Angostura)
El Presidente, Andrés Bello y la educación en Chile
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