¡Ponte a creer!

No sé de donde viene el término ni mucho menos quien lo creó. Lo he escuchado con insistencia de manera jocosa en aquellas tertulias donde las expresiones del diccionario social suenan a pueblo.
Dentro del lenguaje hay diferentes formas de comunicarse. Hablar coloquialmente es hacerlo en un ámbito informal, familiar y distendido. En conclusión, el uso corriente del lenguaje es el término medio entre el estándar o culto del idioma, y el habla ligera de determinados grupos sociales.
De tal manera que ese vocablo se lo he venido escuchando con insistencia al barbero de la cuadra, al chofer del taxi, a la doméstica de la casa, al mamador de gallo de la esquina y en todos los contornos del jolgorio popular, a propósito del renacimiento de esas chocantes denuncias de magnicidio por parte del gobierno.
Una vez más revelan el aborto de un plan para asesinar al Jefe del Estado. Ya sería el segundo. En el primero se trataría de 2 bandas de paramilitares provenientes de Colombia.
¡Ponte a creer!
En abril de este año, 5 días antes de las elecciones presidenciales, Nicolás Maduro denunció que grupos de derecha de El Salvador habían venido a asesinarlo y sabotear las elecciones del domingo siguiente.
De la mentira puede que alguna duda quede. Los norteamericanos tienen un refrán que reza: «Si me engañas una vez la vergüenza es tuya, pero si me engañas 2, la vergüenza es mía».
En materia de gobiernos y de mentiras están las escuelas de Fidel Castro y la de Adolf Hitler, ésta consignada en su libro “Mi Lucha”, donde afirmó que las mentiras del Estado tienen que ser enormes para que el pueblo piense que a nadie se le ocurriría inventar algo tan absurdo.  Castro es el campeón en denuncias de atentados.
Pero entre mentira y mentira, sin una mínima apariencia de lo cierto nos vamos llenando de humor en medio del hastío, y aterrizamos en el famoso cuento del “coco” con el que nos asustaban cuando éramos chamos.
Pues bien, el pasado 24 de julio, fue ahora el presidente de la Asamblea Nacional   Diosdado Cabello quien afirmó que existe un plan para asesinarlo a él, tierna criatura, y al jefe de Estado. O sea.
De allí, dentro de esa serosidad que surge del ¡ponte a creer!, el pueblo recuerda a los genios populares del Estado Zulia “Roñoquero” y “Mamblea”, famosos por sus chistes o quizás dicho de otra manera, por sus increíbles aventuras signadas con la mentira y el ocio.
Se convirtieron en prototipos de las “hazañas”  que la imaginación colectiva les atribuyó sin saberse la certeza de las mismas.
Así, ésta parece ser otra materia en la cual Maduro y Cabello emulan al desaparecido ex presidente Hugo Chávez, quien denunció más de 16 planes para asesinarlo en 15 años, y vean el retrospecto:
Desde 1998, antes de que fuese elegido por primera vez Presidente, habló del plan  criminal.
En  julio de 1999 declaró que lo querían matar en Puerto Ordaz . En agosto del 2000, en junio de 2001, en octubre de 2002, y en el 2003 el tema del magnicidio estuvo muy activo.
Para noviembre un supuesto caso de asesinato se “descubre” en Puerto La Cruz, pero los “implicados” fueron puestos en libertad por falta de pruebas.
En mayo de 2004, febrero de 2005, octubre de 2006, en noviembre de 2007, septiembre de 2008 continuó el bla, bla, y en junio del 2009 advirtió que  desde el Táchira grupos paramilitares se preparaban para enviarlo donde está, el más allá.
Entre el 2010, el  2011, y 2013 hubo otros 4 alerta, y hasta Nicolás Maduro subrayó en  términos desdibujados y ridículos, que este año se había concretado el magnicidio por medio de la “inoculación del cáncer” de la cual habría sido víctima el Comandante.
Si algo hay que reconocerle a Chávez y sus adoradores Maduro y Cabello, es la alta eficiencia del gobierno en materia de seguridad al detectar y anular todos esos planes, y venga usted a saber: José Vicente Rangel denunció que hay 18 aviones de guerra para atacar a Venezuela; Miguel Rodríguez que “paras” colombianos asesinarían a Maduro; a Álvaro Uribe lo señalan de ser el autor intelectual del magnicidio; a J. J. Rendón lo acusan de ser parte de esa conspiración, y a Pedro Carmona, uno de los cabecillas.
Y a pesar de que el imperio está detrás de todo esto, Nicolás Maduro es tan noble, que acaba de anunciar que  quiere tener «buenas relaciones» con Washington, pero que ello ya no depende de Venezuela sino de la Casa Blanca. ¡Ponte a creer!
“Podrás engañar a todos durante algún tiempo; podrás engañar a alguien siempre; pero no podrás engañar siempre a todos”. (Abraham Lincoln)