Democracia Presidencialista

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Mucho se habla de la “antigua” democracia venezolana representativa estatuida en la Constitución del ’61.
Se ha dicho que fue perversa porque entregaba todo el poder a manos de unos pocos. Hoy se habla de una democracia participativa, la Constitución del ’99 así la denomina, infiriendo que el poder ahora es del pueblo, a través de diversos medios de participación creados para tal fin, pero observamos cómo se idolatra a los gobernantes con elevados elementos de subordinación castrense para con ellos, una garrafal contradicción.
Ahora bien, creo que la democracia venezolana ha estado inmolada constitucionalmente desde siempre, a pesar que ésta ha “abogado” por una democracia, en la práctica no ha sido representativa, ni mucho menos participativa… simplemente ha sido y es una Democracia Presidencialista, o lo que es igual, nunca ha habido democracia real.
Nuestra democracia está castrada por la Constitución cuando confiere a una persona, al presidente, la jefatura del Estado y de todas las funciones y potestades absolutas en los aspectos medulares de la vida de la nación, por si fuera poco, en los últimos años se han elaborado un numeroso arsenal de leyes ordinarias, así como orgánicas, que cada vez aumentan el control absoluto del ejecutivo nacional es los todos los aspectos de la sociedad. Hay que recordar que los países donde existe alta calidad de vida son aquellas naciones donde el poder político, las funciones de gobierno, son distribuidas entre los poderes públicos a fin de evitar los terribles males que produce la concentración de poder en una persona, humanos como somos, somos proclives a ser corrompidos por el poder, es allí la necesidad imperante de dividir las funciones de gobierno entre las instituciones, y que ellas se controlen entre sí. Para colmo de males, en nuestro país no se le exige un perfil específico a los presidentes a fin de reducir los riesgos de malas gestiones, le entregamos a los presidentes el control absoluto del Estado, de su gente y riquezas, sin al menos exigirles un adecuado perfil, solo le exigimos ser venezolano, determinada edad y que no tenga cargos directivos o de conducción religiosa, imagínese, le podemos entregar a un corrupto, golpista, ludópata, drogadicto, pedófilo o alcohólico el control y administración de nuestra riquezas, de nuestra paz, de nuestro futuro, suena fuerte pero es así.
En Venezuela no hay democracia, no la hay, nunca la ha habido, tenemos un sistema político alrededor de una persona.

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