La escuela del mundo al revés

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El Libertador Simón Bolívar entre las primeras acciones que emprendió para mejorar la educación superior en Venezuela después de liberarla del yugo español, se cuenta la de aumentar el sueldo de los docentes universitarios.
Según Bolívar, el educador universitario debía ser, no un sabio, pero sí un hombre distinguido por su educación, por la fuerza de sus costumbres, por la naturalidad de sus modales, jovial, accesible, dócil, franco, en fin, en quien se encuentre mucho que imitar y poco que corregir y quien tiene como función formar el espíritu y el corazón de la juventud.
El Libertador sabía que para lograr un ser humano ejemplar que reuniera todas estas cualidades necesarias, era imprescindible que los profesores universitarios recibieran una justa remuneración por su trabajo formador y creador. Pero en la situación actual cómo pueden los profesores universitarios cumplir con las palabras del Libertador sin un ingreso justo, ademas, ¿se sentirán los jóvenes estimulados a imitar a sus profesores en un país patas arribas que castiga el trabajo honesto universitario?
Hay un libros del escritor Eduardo Galeano, titulado Patas Arriba. La escuela del mundo al revés, donde afirma: “El mundo al revés premia al revés: desprecia la honestidad, castiga el trabajo, recompensa la falta de escrúpulos y alimenta el canibalismo. Sus maestros calumnian a la naturaleza: la injusticia, dicen, es ley natural”.
Estas afirmaciones describen bien el drama que vivimos en la actualidad. Seguramente nuestro Libertador nunca se imaginó que la escuela del mundo al revés de Galeano se desarrollaría a plenitud en las instituciones socialistas revolucionarias venezolanas, trayendo como consecuencia una tormenta de corrupción y delincuencia desenfrenada.
Toda sociedad organizada necesita de un sistema educativo de excelencia que forme a sus individuos para lograr la prosperidad, la paz, en fin, “la máxima felicidad posible”. En un país que busca el bienestar material, espiritual y por ende un alto nivel de calidad de vida para sus ciudadanos no hay cabida para la escuela del mundo al revés y sus maestros.
Existe una  solución en una Venezuela patas arribas, esta es  la educación de calidad. Esta debe comenzar por asegurar una estabilidad económica y un nivel excelente de calidad de vida a sus profesores e investigadores universitarios quienes son los formadores de formadores. Para entender mejor sugiero estudiar el sistema educativo de Finlandia.
En nombre de los venezolanos decentes, solicito se dignifique a los profesores universitarios y sus familias, así los jóvenes conseguirán un ejemplo de vida que imitar así como formadores del espíritu y el corazón como deseaba nuestro Libertador Simón Bolívar.

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