«La juventud del papa»

El título va entre comillas porque no es mía la expresión. No se refiere tampoco a la edad del papa Francisco, sino al ofrecimiento de servicio y adhesión que de nuevo en Río de Janeiro están haciendo ya, en este momento, millones de jóvenes a la Iglesia y al Romano Pontífice en la Jornada Mundial de la Juventud 2013. La expresión se popularizó en las anteriores Jornadas Mundiales de la Juventud, más concretamente en la de 2011 en Madrid, aunque desde la de Sídney, Australia en 2008, se venían oyendo expresiones parecidas a esa. Los jóvenes siempre fueron los predilectos del inolvidable beato, ya santo anunciado, Juan Pablo II, quien durante su pontificado, específicamente en 1984,  decidió institucionalizar unas Jornadas dedicadas exclusivamente a los jóvenes, por ser “la esperanza de la Iglesia y del mundo” dijo entonces el querido papa polaco.
Tienen, dichas Jornadas, sin embargo, un origen más remoto.Durante el pontificado de Pablo VI, quien declaró1975 como  año santo, se realizó aquella hermosa “Marcha Internacional de la reconciliación Cristiana”, a la cual fueron especialmente convocados los jóvenes de entonces. Aquella marcha hizo el mismo recorrido que en el año 1209 había hecho san Francisco,es decir, desde Asís hasta Roma, para pedir la aprobación de las reglas de la Orden religiosa por él fundada.Todos los últimos romanos pontífices han querido, y lo han logrado, incentivar la participación juvenil en la Iglesia. Cada Jornada Mundial de la Juventud ha sido como una renovación de la vida de la Iglesia universal. A pesar de los graves problemas de la Iglesia, se ve la mano Divina en el navegar de la barca de Pedro. Cada período de la historia eclesial lleva consigo el signo de la contradicción y el signo de la santidad y de la bondad, pero también el de la maldad interna y externa, somos todos hechos de barro.Pero como el mismo Cristo lo ha ofrecido, “Yo estaré con ustedes hasta la consumación de los siglos” y así ha sido y una clara demostración de ello es la realización de estas jornadas mundiales de la juventud. La presencia de los jóvenes es una señal de esperanza para un mundo sacudido por traiciones, violencias,  intentos de imposición de las peores perversiones, la aparición de penumbras de todo signo por todas partes, pero tambiénes señal de la verdad eterna de la Iglesia, de su perenne juventud y de su inagotable capacidad de renovación.
Algún escéptico o algún pesimista, de esos que abundan hoy en día,  podría decir que aunque acudan millones de jóvenes a esas JMJ, pocos afianzarán su fe o pocos perseverarán, que la mayoría va de turismo. Y no es verdad. En todas las oportunidades que se han realizado estas jornadas, la más concurrida fue en Manila en 1995, han salido decisiones firmes y conscientes de amor y de entrega a Dios, me consta, incluso vocaciones sacerdotales y religiosas y afianzamiento en su fe de quienes tenían alguna duda. Cada JMJ es una oportunidad de mirar hacia arriba, hacia lo alto y es una oportunidad de navegar “mar adentro”, como le pidió Jesús a los primeros discípulos. La Jornada Mundial de la Juventud no es un encuentro turístico de jóvenes de todo el mundo, es mucho, muchísimo más que eso, es la oportunidad de reflexionar junto con el sucesor de Pedro, junto al Vicario de Cristo, las verdades más trascendentes de la existencia humana, es la oportunidad  de tocar, de palpar  la grandeza de Dios, sobre todo en este año de la fe. Benedicto XVI escribió, antes de su renuncia, las líneas generales de esta JMJ de Río de Janeiro. Dice el Papa emérito en su llamado a los jóvenes: “Dejaos amar por El y seréis los testigos que el mundo tanto necesita.” Francisco, con su estilo fresco, sonriente, amable, estrenándose como Romano Pontífice,  va ahora a continuar la siembra. “Salió el sembrador a sembrar la semilla. Parte cayó en tierra buena, parte en tierra pedregosa, parte a la orilla de la carretera, parte fue secada por el sol, pero el sembrador no dejó de sembrar”, y eso hace siempre la Iglesia, siembra a voleo y cada tierra, es decir, cada hombre, cada mujer, produceel fruto que su amor a Dios y a los demás permita. “Id y haced discípulos a todos los pueblos”. Ese es el mandato sublime de Jesús, hoy Su Santidad Francisco en Brasil, invita a millones de jóvenes del mundo entero, con palabras de san Josemaría Escrivá,  a ser “sembradores de paz y de alegría.”Esa es la juventud del Papa.