El desarrollo urbano de la ciudad, muestra el agitado transitar de sus ciudadanos, donde paso a paso sortean cada obstáculo como si se tratase de alguna expedición selvática o lunar. El clima de furia se hace notar por el acelerado crecimiento en una ciudad que, a duras penas, lucha por contener el ambiente de anarquía y desorden en sus espacios públicos.
Así es el caso de las aceras de la ciudad de Barquisimeto, las cuales son el vivo reflejo de la anarquía urbana.
Al observarlas, se puede notar cómo sin consideración cientos de personas instalan allí sus puestos de economía informal, pasando por encima de ordenanzas municipales y disposiciones de ley que amparan el libre tránsito del ciudadano común.
Asimismo, la falta de mantenimiento y ejecución de una planificación congruente con estándares adecuados de movilidad, han ocasionado que el peatón progresivamente apoye su andar con la calzada, junto al tránsito automotor.
Las aceras deben ser destinadas para el libre tránsito de los peatones, mantenidas con un permanente proyecto de limpieza, libre de obstáculos que impidan la circulación y con una estructura que permita el óptimo desplazamiento de cualquier individuo.
Estos corredores peatonales deben estar regidos por espacio, tránsito y equidad.
Sin embargo, esto no es así, el centro de la ciudad es el espacio donde ocurren mayores infracciones de ordenanzas municipales. En primer lugar, el acentuado desempleo y la incesante crisis económica han desembocado en que el ciudadano busque alternativas en el comercio informal, lo cual genera este tipo de situaciones.
Al caminar por cualquier calle y avenida de la ciudad, el ciudadano se encuentra con tarantines, puestos de comida, automóviles y motocicletas estacionadas, personas sentadas y objetos que obstaculizan el caminar de la sociedad.
De acuerdo a la opinión del arquitecto y urbanista Candelario Figueroa “la ciudad es la que los ciudadanos quieren que sea”, estableciendo responsabilidades tanto a organismos públicos como a ciudadanos.
“Actualmente existen ordenanzas pero los individuos no la cumplen, en todo caso la Alcaldía de Iribarren o la Policía Municipal deben ejecutar acciones para prohibir algunas actividades ilícitas en las aceras de la ciudad”
Amplios espacios
Entre tanto, consideró que las aceras deben tener un espacio adecuado acorde a la demanda de transeúntes. “Desde el punto de vista físico y funcional las aceras deben tener un mínimo de 1,20 metros de ancho, para que así puedan caminar dos personas sin dificultad, estas pueden ampliar su tamaño de acuerdo a la zona y tránsito diario. Sucede como en el caso de los carriles de los vehículos, si pones menos espacios, no podrán transitar adecuadamente”.
Según su criterio, los organismos gubernamentales dan importancia principalmente a campañas políticas, sin observar los problemas que atañen al ciudadano común.
“La solución está en cumplir con la Planificación del Desarrollo Urbano Local (PDUL) a objeto de devolver las calles al larense”.