Los cantos y oraciones se difunden en inglés, portugués y español con diferentes acentos. Son de millares de jóvenes que llegaron a las atiborradas playas de Copacabana para ver al papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano y a quien consideran cercano a su realidad.
Sobre la famosa acera de adoquines blancos y negros de la playa en Rio de Janeiro o en la estación de metro de Cantagalo, al pie de una favela del mismo nombre, los participantes de la Jornada Mundial de la Juventud se agrupan alrededor de la fe y de la esperanza.
«Todos los días nos encontramos con jóvenes de otras partes del mundo, cada uno canta y reza en su lengua, lo que nos une a todos es Dios», dijo Estephanie Rei, una estudiante brasileña de 22 años de la ciudad de Sao Paulo. «En los buses, en el metro, en la playa siempre que nos encontramos con otras personas que vinieron para la jornada hay cantos y oraciones en diferentes idiomas. Todos nos entendemos aunque no hablemos la lengua del otro».
Rei habló a la salida del metro de Catangalo, donde un grupo de jóvenes entonaba cantos religiosos en inglés, en español y otros idiomas, mientras esperaban la llegada del vagón.
Rio de Janeiro, la llamada «ciudad maravillosa», como la famosa letra de un samba, y sus famosos símbolos –desde el Cristo del Corcovado hasta su malecón a lo largo de Copacabana e Ipanema, entre otras playas, será la que reciba al santo padre en su primera salida al extranjero desde que fue elegido como cabeza de la iglesia católica en marzo.
Con sus seis millones de habitantes, esta es la ciudad que albergará por siete días al primer papa latino, el otrora cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, que tenga la iglesia católica.
Algunos de los jóvenes que han llegado a Rio se identifican con la humildad del papa Francisco, otros con las medidas adoptadas contra la corrupción en el Vaticano o con la labor de evangelización.
El pontífice, de 76 años, «no quiere saber nada de Castel Gandolfo… trae en su vida humildad, es simple», destacó en relación a que el Vaticano informó en junio que el papa Francisco se abstendría de vacacionar algunas semanas, como lo han hecho sus predecesores, en Castel Gandolfo, sobre las colinas al sur de Roma, sino que permanecería en Santa Marta, una residencia en el Vaticano.
Tal vez esos gestos sean los que más han llamado la atención de José Javier Rodríguez, un joven sociólogo laboral de 24 años y quien se inscribió en 2012 desde su natal Santo Domingo, en República Dominicana, para ser voluntario de la Jornada Mundial de la Juventud como traductor al español y en portugués.
De familia católica, con un tío que es sacerdote salesiano, Rodríguez, el menor de siete hermanos, indicó que si bien la iglesia ha perdido fieles, también los ha ganado y se pone como ejemplo porque a su corta edad ya ha dado catequesis y cree que seguirá ayudando en su país.
«Así como pierde, gana (la iglesia seguidores)… aquí hay muchas personas», dijo Rodríguez al señalar hacia un sector de la playa de Copacabana donde se observaban algunos jóvenes con credenciales o de asistentes o de voluntarios para la XXVIII edición de la Jornada, un encuentro que comenzó a realizarse en 1986.
Se calcula que Brasil tiene la mayor población de personas que se declaran católicos en el mundo con 123 millones.
La de Rio de Janeiro, a la que se espera asistan más de 1,5 millones de participantes, se realiza en un ambiente que ha estado marcado por la oleada de protestas callejeras de junio, manifestaciones sin precedentes en los últimas décadas de la historia de este país de 194 millones de habitantes.