Hay sociedades con vocación de atraso, evidentemente no todos sus integrantes pero sí ciertos grupos o sectores. En Venezuela muchos políticos y empresarios no logran ir más allá del asalto a la renta petrolera, muy lejos de la política moderna y de la economía productiva. Los primeros, gobernantes a cualquier nivel, se convierten en verdaderos depredadores del presupuesto público, sin rendición de cuentas, sin límites morales y en donde se practica una promiscuidad absoluta entre lo público y lo privado. Los segundos, evidentemente no todo el sector empresarial, se asumen como aventureros de los negocios con sus famosas empresas de maletín en donde todo es susceptible de convertirse en negocio, casi siempre en alianza con algún sujeto “enchufado” en el gobierno. Sin ningún escrúpulo, política y negocio se confunden. Estos personajes practican sin saberlo la muerte de dios, en donde todo está permitido bajo el manto de la santidad del dinero.
Parte de nuestra incapacidad como sociedad para entrar al futuro son estos sectores “dirigentes” ya que los otros sectores o se han ausentado del país o se aíslan en sus intereses particulares y cultivan la desesperanza y la derrota anímica. En general las clases medias y los sectores populares se limitan a vivir la incertidumbre y la precariedad a que los obligan las circunstancias y los menguados ingresos.
A pesar de todo lo anterior, podemos afirmar con certeza que las sociedades no se suicidan aunque puedan vivir, como es nuestro caso, una larga y agónica crisis, pero en algún momento la propia sociedad logra reaccionar y de los mismos sectores identificados negativamente surgen movimientos y acciones que ayudan a cambiar radicalmente las cosas en sentido positivo.
Un buen ejemplo de estos movimientos es el sector militar, principal sostén del régimen, pero en la historia contemporánea venezolana la institución armada siempre terminó siendo factor de cambio y estabilidad. Así fue con López y Medina, entre 1936 y 1945, mientras se liquidaba políticamente al gomecismo y así fue en 1958 y 1959, mientras desaparecía el perezjimenismo y seguramente así será en esta próxima e inevitable transición política.
http://angellombardi.com