Mientras las autoridades del régimen protegen y estimulan a los vándalos en el ataque al rectorado en la UCV, ataque No 61 al patrimonio de la ciudad universitaria en cinco años, con daños considerables al mural de Oswaldo Vigas, por otro lado criminaliza y detiene a tres jóvenes en el Decanato de Ciencia de la Salud de la UCLA, en huelga de hambre por las reivindicaciones del sector universitario.
Venezuela es el país de las contradicciones o situaciones que infringen el sentido común. Para los venezolanos es imprescindible un correcto uso de las capacidades de abstracción de la mente para lograr una adecuada comprensión de las paradojas que se nos presentan con la conducta de la gente que nos desgobierna.
Entendemos a la Universidad como un centro de cultura creadora, abierta a todas las tendencias del pensamiento; donde todas las ideologías y posiciones políticas deben tener cabida; donde el más amplio y libre análisis permita el enjuiciamiento de ideas y de conductas; donde la racionalidad crítica surja como expresión propia del quehacer universitario.
Por una parte la democracia universitaria faculta y reclama la más amplia participación de toda la comunidad de profesores, estudiantes y empleados en las decisiones fundamentales. La participación democrática no puede reducirse a delegar mandatos a comisiones y autoridades, sino que debe consagrarse un régimen de consulta oportuna a la comunidad de base y hacer de la presentación de cuentas de las autoridades superiores un modo regular de la vida democrática universitaria.
Lo que está en juego en esta renovada agresión del régimen a las Universidades, es el deseo de acabar con un foco de libertad que el Socialismo del Siglo XXI no ha podido dominar y controlar a lo largo de estos 14 años. Lo que se pretende es ahogar la trinchera más importante del pensamiento libre y democrático.
El problema presupuestario es tal en las universidades que no hay recursos para la investigación, para la extensión, para las providencias estudiantiles, para el funcionamiento de los comedores.
La política del gobierno de asfixia a las universidades venezolanas tiene como fin su sustitución por instituciones complacientes e ideologizadas al servicio del régimen, tal como se ve en todas las casas de estudio creadas durante los últimos catorce años.
La universidad no debe estar sometida al dogmatismo ideológico que desnaturaliza el deber ser de toda universidad como la puerta más abierta a la discusión y al debate para enriquecer el conocimiento y la inventiva permanente del hombre libre de ataduras que empobrezcan su pensamiento.