Desde hace 8 años se comenzó a construir en Barquisimeto un sistema de transporte masivo.
El rediseño urbanístico de las principales avenidas, el impacto ambiental y una reestructuración de las rutas del transporte público, llevaría a un nuevo ajuste los patrones de vida de los barquisimetanos.
En el año 2005 la obra fue presentada por el alcalde Henri Falcón, propuesta aprobada por el extinto Presidente Hugo Chávez, con quien terminó peleando. No se entendían y se tiraban piedras mientras Barquisimeto seguía creciendo con las principales arterias viales colapsadas.
En principio, se tenía previsto que fuese una especie de transmilenio o como el Bus Caracas, pero el burgomaestre la llevó hacia un trolebús .
Se arruinó la avenida 20, por muchos años la principal arteria vial de la ciudad. La trancaron y rompieron por todas partes acabando con el tránsito y la paciencia de quienes viven por allí.
Ahora en manos del gobierno nacional, Transbarca ha reiniciado los trabajos por los lados de la avenida Bracamonte con Venezuela. Haiman El Troudi, ministro de transporte terrestre, ha dicho que antes de que culmine el año 2013 el sistema podría estar operativo para movilizar a más de 150 mil personas diariamente. Tienen previsto inaugurarlo para el aniversario de Barquisimeto.
Ahora bien, la tarea unirá al Este con el Oeste de la ciudad, ¿pero a cambio de qué?
En el inicio de los trabajos ya le quitaron 2 canales de circulación a la avenida Venezuela y en su paisaje están las grandes colas de carros con un criticado sistema de transporte público, por lo que ampliarlas sería una solución lógica, pero hacerlo para colocar más autobuses da la impresión de mover la arruga. Vean cómo quedó la Libertador.
Además, a los usuarios los van a dejar en el centro de la avenida, demasiado peligroso, porque como se trata de una vía de circulación rápida, tendrán que cruzarla a riesgo.
Ahí está la respuesta, una faena con la que queman pólvora sin mirar lo que queda atrás, un impacto vial endemoniado.
El rostro de la ciudad no termina de dibujarse, congestionada e insegura se debate entre el caos vial y la pérdida de su identidad urbana.
El gobernador Henry Falcón acusa al gobierno nacional de sabotearle su gestión negándole presupuesto para las principales obras, mientras le ocupa instalaciones emblemáticas como La Flor de Venezuela, el aeropuerto internacional Jacinto Lara, la toma del estadio metropolitano y el Teatro Juárez en la mira, muestra del daño que la política oficialista le hace a los larenses.
El pueblo es culpable de lo que le pasa por iluso, por todavía creer en revoluciones y no en evolución. Los larenses caímos en desgracia por no tener un gobierno coqueto con el oficialismo, y por estar distanciados de ellos recibimos las facturas adversas para nuestro desarrollo, igual a lo que le ocurrió al Táchira durante la gestión del gobernador César Pérez Vivas.
San Cristóbal fue una de las ciudades más bellas en pleno desarrollo, y hoy vive grandes calamidades como el abandono de los trabajos de la autopista La Fría, que ya estaban avanzados, el drama del servicio eléctrico, o la industria del sicariato que a diario cobra gran número de víctimas. Ahora, ese Estado ha vuelto a manos del oficialismo con José Gregorio Vielma Mora. Amanecerá y veremos.
En este país se perdió la costumbre de una normalidad democrática en donde las clases políticas tenían la obligación de llevarse bien, de platicar entre nosotros, la obligación moral de negociar los asuntos de la política.
Con esta nueva revolución Nicolás Maduro – Diosdado Cabello, dueños absolutos del país, si el Estado no es de ellos, nunca tendremos un espacio político adecuado con un entorno amable para ciudadanos, donde se pueda caminar con seguridad, que tengamos sombra de los árboles, comida, papel higiénico, coherencia vial y menos carencias que nos tienen contra la pared, viviendo entre apagones, siendo la oscuridad el primer aliado de la delincuencia.
Con este egoísmo y rencor, el gobierno y su revolución nunca podrán tapar el fracaso de su gestión. No es contra gobernadores de la oposición, esto afecta todas las comunidades donde se están haciendo diferentes obras de urbanismo, de viviendas, y afecta a los programas sociales de toda índole.
Hemos sido un pueblo tolerante, pero como dijo Bob Marley en una de sus canciones, ser bueno no es sinónimo de ser idiota. Ser bueno es una virtud que algunos idiotas no entienden.