Planteamientos
Uno de los aspectos positivos que podría adjudicársele a este conflicto universitario que languidece, fue la posibilidad de abrir espacios académicos para la discusión en el ámbito interno, al cual concurrieron los profesores cuando no había jornadas gremiales que cumplir. Hablo por el caso del Programa de Desarrollo Humano, en el cual la cita fue recurrente tanto para analizar la dinámica de la acción reivindicativa como temas propios de la agenda de investigación y docencia, precisamente en un área cuya novedad, abordaje y fortalecimiento, exige profundizar en el conocimiento.
Acerca del papel de la Iglesia y, particularmente, de la Conferencia Episcopal Venezolana, CEV, como mediadora en el clima de conflictividad política y social que vive el país, se especula acerca de un giro en sus actuaciones abiertamente de confrontación contra el gobierno, a raíz de la visita oficial del Presidente Maduro al Papa Francisco, hacia una línea conciliadora, alrededor del mensaje de paz y convivencia que viene construyendo el primer mandatario.
En medio de la huelga de hambre que protagonizaron los estudiantes y el desgate consustancial de una medida cuyos efectos no fueron los esperados, la intervención de la CEV, puede considerarse acertada desde el punto de vista humanitario. Los esfuerzo por solventar la situación y la desesperación porque las fórmulas de acuerdo no aparecen, llevaron a miembros de la Asociación de Profesores de la UCV a solicitar a la CEV que intermediara en el conflicto. Así lo recoge el Correo Informativo (Boletín N°9), de esta instancia, del pasado 11 de julio.
El hecho como tal pareciese no revestir una significación diferente a lo usual en medio de una estrategia conflictiva, pero hay un detalle que nos llama la atención y que nos permite establecer una conexión con el planteamiento inicial. Tiene que ver con la respuesta de los representantes de la CEV, al momento de recibir la petición de los universitarios. Al texto: “no puede haber un desarrollo humano sustentable si no es a través de las casas de estudios superiores”.(Sic).
Por momentos uno imagina la cara de asombro de algunos manifestantes al ser interpelados por una respuesta nada convencional y, si se quiere, directamente proporcional al grado de banalidad con el cual se discute hoy el futuro de la Universidad, de cara al siglo XXI. Desarrollo Humano Sustentable: ¿Qué es eso?, parafraseando al recordado Rigoberto Lanz, en ocasión de su última visita a nuestra Alma Mater para debatir el tema.
De suyo, la universidad desde sus orígenes tuvo entre sus funciones el proceso formativo. Particularmente, en el caso latinoamericano desde que se apuesta por el desarrollo y se adopta el modelo de sustitución de importaciones, se hizo evidente en los planes de estudio el propósito de “formar los profesionales para el desarrollo que el país requiere”. Así se concibió la primera ola de reformas, en la época post segunda guerra mundial. Fracasado dicho modelo, la propuesta neoliberal propició la segunda ola de reforma en los centros de estudios superiores para proveer al mercado de los profesionales que dicho desarrollo demanda. En gran parte de nuestros países, ese modelo continúa predominando. La tercera ola de reformas, dejó a un lado lo concerniente al paradigma emergente: el Desarrollo Humano Sostenible, y se concentró en la reorganización del modelo educativo propiamente, desde la perspectiva pedagógica. Eso explica, en cierta medida, el drama que se vive al interior de estas instituciones y la “pérdida de sentido” al no contar con referentes del nuevo contexto correspondiente al cambio de época.
El Centro de Estudios Latinoamericanos para el Desarrollo, la Integración y la Cooperación, CELADIC, unos años atrás, editó el trabajo: “Un Modelo Alternativo de Desarrollo Humano Integrado: Aportes para un Cambio”, con prólogo del Cardenal Oscar Andrés Rodríguez M., s.d.b, Arzobispo de Tegucigalpa, Honduras.
Cuando instituciones como la Iglesia promueven las tesis de “un desarrollo de la gente, por la gente y para la gente”; cuando se alude al “capital social” y a “la responsabilidad social”, tanto del Estado como del sector empresarial, entre otras nociones del nuevo paradigma del Desarrollo Humano Sustentable, como parte del debate contemporáneo, la Universidad debería decir: ¡Presente!