La carretera Barquisimeto-Carora es una de las más importantes del país por el intenso tránsito automotor que registra diariamente, en ambos sentidos, y cuando por alguna circunstancia se cierra se produce un caos gigantesco.
Eso ocurrió la mañana de este jueves cuando habitantes de Atarigua procedieron a cerrarla en protesta por el retiro de los uniformados de la Guardia Nacional que permanecían en el punto de control ubicado en la entrada a la población del municipio Torres.
Aprovechando la ausencia de autoridad, un grupo de ellos colocó restos vegetales en la capa de rodamiento, en ambos sentidos, y le prendieron fuego, obligando a quienes iban llegando al sector a detenerse.
“Estamos protestando porque ayer en la tarde se llevaron los guardias nacionales de aquí y anoche mismo los ladrones hicieron desastres”, dijo una de las participantes en la protesta, quien se negó a identificarse así como a permitir fotos.
Durante más de tres horas, entre siete y diez y media, se mantuvieron en su posición, intransigentes, de no permitir pasar a nadie.
Incluso una profesora les rogó dejaran pasar los buses en los que llevaban más de 300 niños a disfrutar de un plan vacacional.
“Tomen en cuenta que son niños, algunos pequeños, que llevan mucho tiempo dentro de esos autobuses, sofocándose por el calor”, imploraba la docente, aunque lo que recibía eran burlas por parte de algunos de los protagonistas de la protesta.
Un sargento de la Guardia Nacional también trataba de convencerlos de permitirles el paso, pero insistían en que “por aquí nadie pasa hasta que regresen los guardias”, argumentaba uno.
Mientras se registraban las discusiones entre manifestantes y viajeros varados, las colas de todo tipo de vehículos, en su mayoría camiones y gandolas, crecían rápidamente hasta alcanzar unos cuatro o cinco kilómetros en ambos sentidos.
Debido a que en sentido este-oeste existen los separadores viales, quienes estaban en la cola tenían que resignarse a esperar pues no había posibilidad alguna de retornar y buscar una alternativa.
De tal magnitud era el cierre que ni siquiera vehículos de emergencia, como ambulancias, podían pasar en vista del congestionamiento.
“Váyanse por la carretera vieja porque nosotros no vamos a abrir esta hasta que nos garanticen que vuelven los guardias nacionales a la alcabala de Atarigua”, dejaba escuchar uno de los manifestantes.
Mientras tanto, otros alimentaban con arbustos secos las llamas que impedían el paso a cualquier vehículo, en señal de no estar dispuestos a ceder en su posición.
“Ustedes andan de paseo muy tranquilos, pero nosotros tenemos que vivir enfrentándonos a los delincuentes que atentan contra todos en el pueblo y también tenemos hijos para los que necesitamos seguridad”, insistía una de las habitantes.
Poco después de las diez de la mañana, gracias a una llamada telefónica, el grupo accedió a levantar la protesta, aunque ninguno se preocupó por retirar los arbustos que continuaban en llamas, lo que tuvieron que hacer algunos conductores cansados de esperar.
A las diez y cuarto comenzó el movimiento de vehículos hacia el este y luego al oeste, incluyendo los buses con los ya desesperados niños del plan vacacional.
