Dictamen – Golpe de estado silente

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El actual régimen se fundó bajo la premisa de la democracia participativa en la que la mayoría expresada electoralmente ejercía de forma directa el poder originario de la soberanía. Fue así como la mayoría electoral que acompañó a Chávez en 1998 luego logró derogar la constitución y los poderes públicos para crear desde cero un nuevo Estado. Desde el nombre del país hasta los derechos más fundamentales fueron escogidos por representantes de una sola tendencia política que contaba en ese momento con el apoyo popular. Nada estaba por encima del soberano, entendido como la mayoría simple electoral.
Sin embargo, a partir del año 2007 la burocracia revolucionaria comenzó a dar un golpe de Estado silente y continuado en el que poco a poco se van anulando las premisas de la democracia participativa y el poder soberano de las mayorías. Bastó que el pueblo le dijera que no por primera vez a Hugo Chávez para que se acabara el cuento de la soberanía popular. Una reforma constitucional propuesta por el Gobierno y rechazada por la mayoría de los electores fue el comienzo del fin de la democracia participativa. Chávez aceptó el resultado pero simplemente no lo acató, materializando por decreto la reforma rechazada popularmente. A partir de ahí comenzaron todos los abusos de poder y triquiñuelas posibles para burlar la voluntad soberana y sustituirla por un aparato representativo perverso. Ante el triunfo de Ledezma en la alcaldía mayor se creó una autoridad designada a dedo a la que se le transfirieron todas las competencias. Se crearon las gobernaciones paralelas como Corpozulia y Corpolara con funcionarios no electos por el pueblo que terminan manejando mayor presupuesto que las autoridades regionales legítimas. Y finalmente se modifican los circuitos electorales a la medida del PSUV para que con menos votos obtenga mayores espacios y pueda de esa forma controlar la Asamblea Nacional y varios Consejos Legislativos aún siendo minoría. La mayoría electoral que en 1999 no tenía límites por ser el poder soberano originario, en 2010 no servía ni para lograr una presidencia de una comisión en un parlamento secuestrado por una minoría política poderosa que controlaba ya todo el aparato de poder del Estado y se sentía por encima del pueblo mismo. Ahora en Venezuela con menos votos se obtienen mayores espacios. Esa es la democracia.
Actualmente vemos como a Henri Falcón no le valió de nada ganar por mayoría aplastante la gobernación de Lara. Un diputado suplente que salió electo de contrabando por Lara escoltando a Reyes Reyes como es el caso de Pedro Carreño, se da el lujo de perseguir abiertamente y condenar al Gobernador desde una comisión de contraloría secuestrada también ilegítimamente. Los ministros como Izarra, que no fueron electos por nadie, vienen a Lara a quitarle competencias y bienes a la gobernación sin ningún tipo de problema. ¿Dónde queda la soberanía del pueblo de Lara? ¿Cómo es que ahora los poderes constituidos están por encima y pueden contradecir al poder constituyente? ¿Dónde quedó la democracia participativa y el poder soberano originario de las mayorías? Simplemente le dieron un golpe silente a la Constitución Bolivariana aprobada en 1999 y ya el pueblo no decide, sino que manda a todo trance el partido de gobierno en complicidad con los militares y los representantes de los poderes públicos. La dictadura de los enchufados.
Por esta razón es que estamos obligados a seguir luchando, entendiendo que la mayoría ya está de nuestro lado y tarde o temprano se hará valer para acabar con la actual represión autoritaria. Si logramos demostrar en las próximas elecciones municipales que somos una mayoría nacional consolidada habremos dejado evidencia de la ilegitimidad del régimen al tiempo que recuperamos espacios oxigenantes de cara a los futuros episodios que prometen ser decisivos. Ya el año que viene, con un gobierno dividido y derrotado electoralmente podremos emprender caminos constitucionales como el revocatorio o hasta el de una constituyente donde se restablezca el poder soberano de las mayorías. Llamemos las cosas por su nombre, resistamos y sigamos luchando en nombre ahora de esa mayoría que clama por un cambio en medio de una crisis económica descomunal.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.

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