Capitalismo Lunar – Celia: Azúcar eterna (II)

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Luego vendría la etapa en la Sonora Matancera. Allí se hizo Celia. En esa orquesta se forjó su nombre. Allí empezó lentamente su reinado. Año 1950, creo. Luego de vencer el prejuicio de la disquera de La Sonora, cuyo dueño decía que “las mujeres cantantes no vendían discos”, y apoyada en Rogelio Martínez, y en Pedro Knight, trompetista de la orquesta y quien se convertiría más adelante en su esposo y manager, desarrolló en tres lustros una exitosa carrera que la llevó a recorrer buena parte de América Latina y el mundo.
(…“Quimbaraquimbaracumbaquim-bambá…quimbaraquimbaracumbaquim-bambá…ehh mamá…eh-he mamá…”)
Con el triunfo de la revolución cubana y el derrocamiento de Batista, Celia, que estaba viajando lejos de la Habana, permaneció fuera del país, y yo me quedé. (La negra siempre me lo saca en cara, se pone intensa, mi hermano…) En fin, se topó luego Celia en Nueva York, ya radicada en EEUU y nostálgica de una Cuba a la que no pudo regresar nunca más por la dictadura castrista, con Jerry Masucci y Johnny Pacheco, quienes a comienzos de los 70 y en pleno furor de la música disco, irrumpieron en la escena de la comunidad latina niuyorquina con la Fania, y el género que a partir de ese momento aspiraban a dominar, en términos de artistas, mercado disquero y alcance geográfico: La Salsa.
(… “Oye mi socio…no esperes que yo te lleve esa sopita en botella…ni que te compre ese pardo, ni que te dé esa mesada…acurrala de abutin si quieres sentir la vida bella…”)
La Fania le dio a la Celia un lugar en el templo de las sonoridades salseras, un Olimpo del sabor, que nadie, por más que intentara, pudo arrebatarle. Su llave con Johnny Pacheco, como tantas otras, funcionó bien, consolidándola en el mercado salsero que bailaba y caía embelesado a sus pies, viendo su cabellera afro, sus peinados y pintorescos atuendos. Celia era un espectáculo, en el más amplio y posible sentido de la palabra.
El trombón y genialidad de Willie Colón, “el Malo”, también aportó al éxito en alguna etapa de la carrera de Celia, su cuota en la producción, composición y arreglos. Los pulmones armoniosos de Colón quedaron plasmados en el tema “Ud. Abuso”, que le permitió a la negrita lucirse, una vez más.
El mundo de la música experimentaba cambios y mutaciones de estilos, cambios a los que Celia siempre estuvo abierta y que supo descifrar muy bien.
(… “Todo aquel que piense que la vida es desigual, tiene que saber que no es así, que la vida es una hermosura, hay que vivirla…”)
Para un artista, el escenario, el público, lo es todo. Yo sé que es así. Los aplausos, ver a la gente bailando y coreando tus temas, y demostrándote su respeto y cariño, es algo indescriptible. Y Celia lo vivió. Así me lo confesó.
Sí. Hace 10 años llegó aquí, un 16 de Julio de 2003. Yo tenía más tiempo por estos lares, y le expliqué a la negra como era la movida. El mundo terrenal la llora, pero también la extraña venerándola en cada paso de baile, en cada vuelta cadenciosa, en cada coro de sus canciones, y el cariño y admiración hacia ella, y su ejemplo y legado artístico están allí, intactos. Y tanto es ese cariño mi hermano, que hasta yo siento un poquito de celos, jejeje…
Somos paisanos, y colegas, y ahora nos preparamos para recordar con un concierto, su llegada aquí al cielo. Ya los dos Titos están listos, el Puente con su timbal pulido y preparado, y el Rodríguez con su corbatín bien amarrado. Héctor Lavoe no para de reír al lado de Maelo, mientras La Lupe casi se cae de una nube conversando con Daniel Santos y el maestro Billo Frómeta, que le ha hecho unos arreglos divinos. Israel “Cachao” López está practicando un mambo con Don Bebo Valdés al piano, mientras Yomo Toro le cambia una cuerda a su cuatro borincano que rompió en una descarga. Por allá, unos angelitos practican unos pasos en un “ladrillito” escuchando al Ray Barreto rodeado de sus congas, tumbadoras y tambores. Hay un montón de gente que va a cantar con ella. La rumba está montada.
Amigas, amigos, la negra Celia me mando a saludarlos, pero ya me tengo que ir, yo también voy a cantar. La negra les manda muchos besos. A mi me pusieron Bartolomé, pero allá abajo, y aquí arriba la gente me dice “Benny”. Soy Benny Moré, y fue un placer conocerles. Ya me voy para el fiestón.
Aquí todos están contentos. Y yo sé que Uds. también. Todos sabemos, hace rato, que con Celia, el azúcar…es eterna.
@alexeiguerra
[email protected]

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