En cualquier otra situación, una definición a siete partidos en la serie final de uno de los deportes rentados nacionales habría sido considerada como una emocionante fiesta. Sin embargo, los hechos violentos ocurridos en el gimnasio Luis Ramos de Puerto La Cruz, impiden hacer un balance netamente deportivo del triunfo de Cocodrilos de Caracas ante Marinos de Anzoátegui.
La tropa de Néstor Salazar se hizo con su quinto cetro (1992, 2000, 2008, 2010, 2013) al ganar el último juego 63-61 en condición de visitante y hacerse con la serie (4-3), en un juego interrumpido a falta de 3.8 segundos por una lluvia de objetos contundentes y la total anarquía que motivó a los visitantes a refugiarse en los camerinos y a la mesa técnica a detener y luego confiscar el encuentro, al no garantizarse condiciones mínimas para culminar.
El equipo capitalino ya había atravesado dificultades a lo largo del playoff para avanzar e incluso acometió la ronda eliminatoria con el reto de arriesgarse con material joven.
Marinos, que a pesar de liderar la eliminatoria prescindió del coach Jorge Arrieta y le dio el timón a Henry Paruta, había dominado los dos primeros encuentros en Puerto La Cruz, 90-84 y 79-77. Sin embargo, Cocodrilos pudo venir de atrás al ganar los tres en su feudo, 78-72, 77-63 y 74-69.
De regreso en la llamada “Caldera del Diablo”, Marinos forzó el séptimo juego al imponerse 77-73 pero en el último, de grandes emociones y en el que ambos quintetos alternaron el dominio de la pizarra, fue Cocodrilos el que sonrió de último con Andre Emmett y Carl Elliott como sus héroes.