Les cuento. En un breve encuentro con una dama de origen portugués, propietaria de un abasto al cual voy con regularidad, ella comentaba con visible elocuencia y lógica indignación, el terrible crimen cometido hace poco en la vecina población de Quíbor por parte de un hombre contra su pareja. El cual, después de asesinarla, la descuartizó y colocó las partes en la nevera de su casa.
Para ello, la dama en cuestión, presentaba un gráfico editado por un periódico de la localidad, en donde mostraba cómo el asesino hizo los cortes de manera perfecta en las uniones de los huesos, sin necesidad de quebrarlos o aserrarlos. Para ello, consulté a mi amiga la médico Susana Rodríguez Joya, si eso era posible y en efecto lo confirmó. Es decir, el asesino cortó exactamente los nervios y tendones para separar un hueso del otro, como lo hacen los consumidores de pollo y así evitar el ruido de un martilleo o de una sierra que despertara sospechas en el sector.
En seguida se formó un “panel” y su respectivo “auditorio” que opinaba acerca de ese homicidio tan particular. Para “variar”, surge la voz necesaria y obligada de este servidor y les recuerda que el tiempo de vida que le queda al Diablo en este miserable planeta se acorta cada vez más, por lo cual este temible enemigo de Dios, inducirá las acciones más terribles en la mente del hombre, tenga el estatus social o religioso que tenga, para llevarlo a perdición. Por lo cual, a mi no me sorprendía el horrible crimen que con tanta sangre fría se había cometido. Y acoté, que todos debemos estar alerta, por cuanto podemos ser víctimas del gran engañador también. Quien no descansa ni baja la guardia, su trabajo es lograr que el hombre se pierda.
Ante mi planteamiento, nuestra amable dama interviene y con su marcado acento portugués reclama vehementemente la razón de “achacar” todo al Diablo. Que el individuo, el sinvergüenza y criminal debe pagar. Que ese es el problema de los “evangélicos”, le asignan toda la culpa a este ser, lo cual tiende a exonerar al culpable. Como era de esperarse, su intervención captó la atención del “auditorio” allí reunido. Y muchos dieron su aprobación con gestos de asentimiento y algunos hasta con risas. Cuando me dieron la oportunidad, pude decir, a riesgo, incluso, de provocar más risas, que esa era una de las armas favoritas del enemigo. Dejar colar en la mente del ciudadano común que la existencia del malo es solo una tradición. Que son cuentos de caminos y exageraciones de algunos cristianos. Que se debe dejar al Maligno quieto y perseguir y exterminar a los del mal vivir. Y eso es una conclusión muy peligrosa. Al final del breve debate, pude aplicar de manera somera, pero contundente, un “escrito está”. Lo cual le dio fundamento a mi planteamiento. Según Dios, dije, Satanás entra en el individuo que lo permite. “Entonces Satanás entró… en Judas.”Luc.22:3. Y lo expliqué. Con esta rápida y fugaz conclusión me retiré, sintiendo que dejé reflexivo a mi improvisado auditorio.
Y esa es la verdad. Mientras más lejos estemos de la palabra de Dios. Más subestimaremos la influencia del enemigo en nuestras vidas. Y más fácil será entramparnos en algún momento. Si bien es cierto que los culpables deben pagar por sus conductas desviadas ahora. Debemos saber que el enemigo existe y actúa. No es simple fanatismo. Dios nos ha alertado claramente. “Y fue lanzado fuera ese gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, que engaña a todo el mundo. Fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”Apoc.12:7. Y el N.T. lo confirma de manera tajante. “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra dominadores de este mundo de tinieblas, contra malos espíritus de los aires”Efe.6:12. Y para aquellos que se distraen e ingenuamente creen que el enemigo no existe o es una invención exagerada, Dios habla fuertemente. “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”1P.5:8. Así, mis amados lectores. No es momento para minimizar, subestimar o burlarse de estas cosas, por cuanto no lo planteamos los hombres, lo dice el mismo Dios en su palabra.
!Nos encontramos el martes que viene, con el permiso de Dios! “La Biblia es la revelación más pura de que Dios existe” Emmanuel Kant. Filósofo alemán
Reflexión – ¿Existe el Diablo?
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