El sueño de los habitantes del cacerío El Reventón, a las afueras de la población de Guadalupe, entre Quíbor y Carora, se vio violentamente interrumpido la madrugada de este domingo por el estruendo de una ráfaga de disparos. Atemorizados, los vecinos del sector, en su mayoría agricultores y artesanos, prefirieron no salir de sus casas. Pasadas las 2:00 de la mañana, poco a poco comenzaron a acercarse varios curiosos a una vivienda de techo de zinc y paredes de bahareque, ubicada en una pequeña colina. Al ingresar se percataron de que yacían sin vida, y con los rostros destrozados por múltiples impactos de bala, los cuerpos de dos jóvenes, quienes fueron identificados como Árbison Jhonatan Silva (20) y Édgar Yoel Arroyo (19), quienes al parecer, se encontraban bebiendo con varios amigos al momento de ser asesinados, pues los efectivos de Polilara que llegaron a la escena a las 8:00 de la mañana, hallaron en el interior una caja de cerveza y una cava.
También se encontraron una docena de conchas de pistola calibre 9 milímetros, y varios cartuchos percutidos de escopeta dentro de la vivienda, así como un par de casquillos afuera, cerca de la entrada.
Se pudo conocer, de manera extraoficial, que varios sujetos fuertemente armados habrían entrado al lugar para cometer el crimen. Los efectivos no descartaron el móvil del robo, pues los dos jóvenes fueron despojados de varias pertenencias personales, entre ellas una motocicleta, una cadena de plata y sus billeteras. Sin embargo, tampoco desestimaron la posibilidad de una venganza, ya que los occisos presentaban registros policiales por robo de vehículo.
Una residente del sector, quien prefirió no identificarse, señaló que conocía a las víctimas, asegurando que laboraban como agricultores y obreros artesanos en el sector. También dijo que la casa perteneció a un hombre que había muerto en un accidente vial varios años atrás, por lo cual estaba abandonada. Igualmente señaló que parte de la familia de uno de los jóvenes sí habitaba en los alrededores.
Cerca del mediodía, llegaron al sitio los funcionarios del Centro de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, quienes tomaron declaraciones de familiares y realizaron las pesquisas y levantamiento de pruebas correspondientes, para poder trasladar los cuerpos a la morgue del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda.
Ramón Segundo Arroyo, padre de uno de los ultimados, señaló que su hijo era el menor de tres hermanos y había dejado un bebé de casi dos años de edad. “Yoel nunca venía a esta casa, él vivía en el sector San Jacinto, en Quíbor. La última vez que lo vi fue hace como 15 días, cuando estábamos arrancando apio en el campo. Yo soy agricultor y a veces trabajo como vigilante”, indicó, aclarando que no vivía en el caserío y, por lo tanto, no podía ofrecer mayores detalles sobre lo ocurrido.
Los demás parientes expresaron que no deseaban ofrecer declaraciones a los medios.
El equipo del Cicpc debió tapar completamente los cuerpos para poder cargarlos a la furgoneta sin causar mayor consternación entre los familiares y allegados presentes.