Realmente es una odisea y un sacrificio transitar por la avenida Libertador de Cabudare, tramo conocido como Camino de Tarabana.
Grandes cráteres dominan ambas vías del concurrido corredor por donde pasen unos cinco mil vehículos diariamente.
Los habitantes de esa parte de Cabudare, dicen estar cansados de denunciar el estado deplorable, no solamente de la vialidad, sino de las olvidadas áreas verdes, aceras y el inexistente alumbrado público.
Merly Daza, vecina de Camino de La Mendera, comunicó que están cansados del constante bote de aguas grises de un urbanismo vecino, a la vía pública, asfalto que la Alcaldía de Palavecino aplicó después de varias protestas.
El agua que es arrojada a la avenida, así como la intervención de una contratista de Cantv que abrió un extenso surco que atravesó toda la Libertador, han formado gran cantidad de cráteres que ya hacen intransitable esa vía.
Los entrevistados coincidieron en que la solución al bote de aguas debe ser abordada de forma integral: es necesario romper la vía para sustituir el drenaje que a pesar de que lo han destapado, a los pocos días vuelve a congestionarse.
Sin supervisión
La contratista de Cantv, ciertamente tapó su zanja, con una especie de asfalto de pésima calidad aparte de la nula supervisión de Ingeniería Municipal, que aunado al continuo bote de agua y el paso vehicular, ese tramo de la avenida luce como una vía de posguerra, denunció Ernesto Rodríguez, vecino de Camino de Tarabana.
Denunció que son varios los problemas que padece la comunidad, y detalló que entre la calle Las Pérez y El Calvario, las aguas negras corren libremente, contaminando a todos los vecinos del lugar, así como los locales de comida apostados en la zona.
Rodríguez indicó que los dueños de una constructora privada se vieron en la penosa necesidad de colocar sobre algunos lugares de la vía una cantidad importante de material de relleno, con la intención de hacer más fluida la circulación de vehículos.
Señaló que las vicisitudes que deben pasar quienes transitan por el lugar son incontables: desde sortear enormes zanjas llenas de huecos hasta lidiar con los malos olores, que salen de una boca de visita que constantemente derrama líquido putrefacto sobre el pavimento.
Arropados por la maleza
Aparte de abundar los huecos de todos los diámetros, la maleza ha arropado todas las áreas verdes, borrando del mapa las aceras, situación que obliga a los vecinos a caminar por la arteria vial.
Este agreste escenario ha sido cómplice de personas inescrupulosas que utilizan la isla y los alrededores para botar escombros y animales muertos.
La densa maleza se ha encargado también de “comerse” la estructura que una vez representó una fuente construida por el Rotary Club, que actualmente es un monumento a la desidia.
Las personas que utilizan estas vías para dirigirse a sus hogares o puestos de trabajo claman porque sus peticiones sean escuchadas, y en un lapso corto puedan disfrutar de una adecuada vialidad.
