José Tomás Angola será perfeccionista, pero no se estanca porque una idea no esté perfectamente redonda. El dramaturgo, narrador, crítico, director, actor y poeta siempre está produciendo en estos campos. Prueba de ello es que mantiene en cartelera teatral la pieza Diálogos de auto, cama y toilet, con la cual pronto iniciará una gira nacional, que incluirá Barquisimeto.
Recientemente sacó un texto de cuentos llamado Esa noche llamada muerte (Los Libros de El Nacional), en la cual nos sumerge en 40 relatos en relación a una circunstancia que tarde o temprano nos alcanzará: «El hombre es un ser hecho para la muerte».
Volviendo a Diálogos de auto, cama y toilet, también la dirige y contó con el apoyo de Producciones Extremo y La Máquina Teatro. Actúan Sabrina Salvador, Oscar Gil, Marielena González y Luis Carreño. Todos los viernes y sábados se presenta a las 8:00 pm; mientras que los domingos a las seis de la tarde, en el Espacio Creativo del Teatro Santa Fe en Caracas
-¿Cómo se originó esta pieza?
-Por un accidente. A mí los temas me llegan sin buscarlos. Estaba en un restaurant comiendo y unos amigos empezaron a conversar sobre la cultura swinger. Pensé que era una charla informativa, pero en realidad estaban invitándonos a participar de una fiesta de intercambio de parejas. Yo, que soy muy vieja guardia, no acepté, pero generó tal curiosidad en mí que empecé a revisar ese extraño «divorcio» entre amor y sexo que se estaba dando en las parejas venezolanas actuales. De allí surgió Diálogos de auto, cama y toilet, que es una pieza muy dura, escatológica en lo humorístico, agresiva en lo dramático, y que intenta mover y polemizar con el espectador, sin proponer salidas. Siempre lo digo. No es una obra moral ni inmoral, es una pieza amoral.
– Actuar, dirigir y escribir, ¿no se le quema un conejo?
– A veces. Aunque siempre tengo la responsabilidad de asumir proyectos que requieren mucho compromiso en tantas áreas, cuando estoy seguro de lo que quiero y de lo que busco. Igual, a veces no basta la claridad o la dedicación y puede pasar. De esas tres disciplinas, la que menos disfruto es la actuación. La que más placer me da es la escritura. Y la más accidental es la dirección.
-¿Cómo está el panorama teatral en Venezuela?
-Muy movido. Esto no significa que campee la calidad, pero es un signo bueno que, por ejemplo, en este instante hayan 40 piezas en cartelera sólo en Caracas. Hay mucho teatro banal, superficial, de puro entretenimiento. No estoy en contra de eso. Eso es Broadway si lo vemos así. Pero creo que debe haber más equilibrio. Al lado de comedias fáciles, deberían existir propuestas de arte, para reflexionar. Entiendo lo difícil que es conseguir recursos para hacer ese teatro, más cuando el gobierno es autista a todo lo que no promocione su ideología, pero debemos perseverar. Este momento es el que hace necesario el teatro de arte.
-¿En el país existe una nueva camada de escritores en narrativa?
-Siempre la ha habido. A Gallegos, Díaz Rodríguez o Blanco Fombona los sucedieron Uslar Pietri, Otero Silva, Julio Garmendia. La renovación generacional no sólo es una demanda natural del tiempo, sino de las exigencias de los lectores. Es la manera que la literatura se mantiene viva y progresa. Hoy te podría hablar de gente muy rigurosa, trabajadora, seria en su vocación narrativa como Fedos y Santaella, Leo Felipe Campos (que en cualquier momento derivará hacia la poesía), Enza García, Eduardo Sánchez Rugeles que están aportando una producción constante, con altibajos como es natural, pero con el denuedo por proponer una obra y una visión del mundo.
-Entonces, ¿existe calidad?
-Este es un momento luminoso de nuestra literatura. En todos los géneros la producción es abundante, rica y muy llena de talento. Es importante que el lector acompañe este esfuerzo. Es una oportunidad para descubrir la múltiples voces, opiniones, reflejos y reflexiones que en los libros convocan a comprender el país. El lector jamás quedará insatisfecho de esta apuesta.
-El gremio de escritores, ¿se ha disciplinado más?
-Sí, por primera vez en años es común y normal asumir la escritura literaria como profesión. Aunque en realidad esté más cerca de la vocación que de la ocupación, la profesionalización de los escritores es muy saludable. Siento que ahora se escribe con horario, con disclipina, con rigor. No sólo como expresión de la inspiración, sino como una actitud de vida. Eso habla de la madurez de esos nuevos autores. Igual nadie negará que siguen rondando los demonios alrededor de los autores. Es esperable. Nadie que trabaje con sus sentimientos y emociones como materia principal de creación, estará libre de dejarse tentar, pero la consolidación del oficio es una realidad.
-A propósito de su reciente libro de cuentos, ¿cómo ve el panorama de este género?
-Siento que los cuentos deben tener un trabajo del lenguaje, porque ya estamos transitando espacios demasiado difíciles. La narrativa está compitiendo con la crónica, a la que se le ha dado un rango de género literario que no tiene, pues es un género periodístico. Muchos reporteros buscan generar una fórmula artística en su escritura, lo cual no convierte los objetivos del periodismo en los mismos de la literatura, porque con una noticia no se está generando entretenimiento.
-¿Cuáles son sus venideros proyectos de escritura?
-Estoy enfrascado en una novela que tiene años desvelándome. Soy muy perfeccionista y me gusta reescribir mucho, buscando siempre la forma perfecta. Como tal cosa no existe, a veces se me hace un ejercicio frustrante. Pero no puedo verlo de otra manera. Tengo listo un poemario que está en manos de una editorial que ya dio el primer gesto positivo para su impresión y tengo un libro de ensayos que recopila los prólogos que he hecho y unos pequeños ensayos y cuyo prologuista, a su vez, es el admirado Miguel Gomes. Ese no tiene todavía editorial.