El fugitivo que hoy ocupa titulares mundiales es apenas pieza de utilería para la charlatanería global. Oliver Stone, cual buitre con carroña, llama héroe a David Snowden. Seguramente ya planea un próximo libreto contra su país. Adivinen quién pagará.
Con aparente afán de protagonismo, Mr. Snowden se autonombró «defensor de libertades» – pero incongruentemente busca refugios entre una fauna global que sistemáticamente procura aplastar a cuantos disienten de sus gobiernos.
Aún no se sabe si padece delirios de grandeza o si sus actos provienen de una sórdida transacción. También hay la clara posibilidad que sea un redomado imbécil.
El tipo apenas reveló que ciertas tecnologías emergentes pueden servir para proteger a un planeta complejo y múltiple -somos más de 7 mil millones seres humanos de todo tipo- ante muy concretas amenazas terroristas.
Si analizamos los hechos queda claro que el ex-KGB Putin, el Partido Comunista chino, y la variada ralea de tiranuelos que raudamente salió a respaldar a Snowden no pueden ser más hipócritas.
En cuestión de espionaje todo país que puede trata de hacer exactamente lo mismo que EEUU – y otros lo harían si tuviesen la misma capacidad tecnológica.
Irónicamente, el gobierno más atacado por el personaje – el suyo – fue el primero en tomar medidas rápidas y específicas para regular el uso de los nuevos instrumentos.
Como es tradicional en democracias que evolucionan y se adaptan a los tiempos, la Corte Suprema norteamericana – con celeridad envidiable – acaba de tomar cartas en el asunto, cursando ordenes para frenar la intromisión indebida en comunicaciones de ciudadanos inocentes.
Esa rapidez de la justicia norteamericana en ir directo al grano la acredita como idónea para juzgar a su propio ciudadano: Todos los demás entrometidos apenas juegan al teatro político.
En pocas semanas Snowden pasará a páginas interiores, luego desaparecerá y perderá valor para quienes hoy se rasgan las vestiduras endiosándolo.
Ningún país serio quiere la papa caliente, pero en Latinoamérica hay reñida competencia por la rifa del guanajo.
Tres bufones políticos del continente compiten por la copa de ser la más «bananera» de todas nuestras repúblicas. Se trata de un trío de farsantes en permanente huída hacia adelante, desesperados por crear cada minuto una estrella para distraer el rotundo fracaso de sus gobiernos.
¿Será que Snowden viene a Caracas a un posgrado en grabar conversaciones privadas en residencias particulares? Si es así que se traiga bastante papel toilette. Buena falta que le hará.