Una de las atrocidades más graves de los gobiernos extremistas como el nuestro es la eliminación, o al menos distorsión, del concepto de nacionalidad. La territorialidad o la filiación ya no son los parámetros que determinan la ciudadanía, sino que termina siendo la afinidad política e ideológica la única fuente de los derechos civiles. Es así como se le llama “apátridas” a los nacionales que se oponen constitucionalmente al gobierno, al tiempo que cualquier extranjero aliado a los fines políticos del partido hegemón termina siendo un “hermano de la patria grande”. En Venezuela ya es común este maniqueísmo en el que se le otorgan derechos y prerrogativas a extranjeros que les son negadas a los venezolanos. Ya ni la nacionalidad del propio Presidente importa. La proclama reza así: “Contad con la persecución si no estás de acuerdo con el Gobierno aún siendo venezolano, y contad con todos los derechos y riquezas si aún siendo extranjero hablas bien de nosotros”. Como nos dijo Gladys Ibarra el año pasado, ya ser venezolano no significa nada si no estás inscrito en el partido de gobierno.
Esta realidad condenable desde todo punto de vista se evidencia una vez más con los casos paralelos ahora de Nelson Bocaranda y Edward Snowden. Hace poco el desatinado Ministro Izarra expresó lo siguiente: “Bocaranda es muy macho para difamar y cobarde para responder por sus actos”. Esto en relación a la persecución judicial de la que es víctima el periodista venezolano (si eso vale de algo) por haber escrito un mensaje de twitter que le ocasionó la tragedia de ser considerado como el autor intelectual de varios asesinatos aislados. Es así de simple, una información extraoficial dada por la red social terminó siendo un mensaje subliminal para que la gente saliera a matar “chavistas” en los días posteriores a la elección presidencial de abril. Ese es el caso de la flamante Fiscal Luisa Ortega Díaz, respaldado, o mejor dicho patrocinado, por la versión del Gobierno y su propaganda oficial. Lo más insólito es que los mismos que condenan a su compatriota Bocaranda, se rajan las vestiduras por el gringo Snowden a quien sí lo consideran un perseguido político del imperio y merecedor de todos los derechos que se les niegan aquí a los venezolanos. O sea para este Gobierno, Snowden es un héroe y Bocaranda un asesino. Increíble.
El Gobierno le ha ofrecido ya asilo político al ex espía de la inteligencia estadounidense, alegando no solo razones humanitarias sino también alzando las banderas de la libertad de expresión y el derecho a la privacidad de las personas, ambas cosas hoy atacadas en Venezuela. A ver, ¿Cómo es eso que la acertada información dada por Bocaranda sobre la salud de Hugo Chávez es traición a la patria y un acto de desestabilización, mientras que lo que dicen Assange y Snowden son expresiones libres y legítimas? ¿Cómo es que Estados Unidos es un imperio malvado por espiar a la gente, mientras que aquí la revolución es pura y humanista cuando graba y difunde conversaciones privadas impunemente? ¿Cómo es que Snowden es un perseguido políticos, mientras que Bocaranda es un delincuente común?
En Venezuela en 2004 el General Francisco Usón fue arrestado y condenado a seis años de prisión por haber emitido declaraciones en televisión sobre el caso de la masacre de Fuerte Mara. Igualmente han sido muchos los periodistas venezolanos hostigados y perseguidos, así como los medios de comunicación cerrados o chantajeados. Ahora ya un mensaje de twitter es considerado delito mientras que el espionaje político está a la orden del día. ¿Con qué moral este gobierno le ofrece asilo a Snowden mientras le niega a la mitad de los venezolanos sus derechos civiles y políticos?
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
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