Ya no estoy loco

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Las luces venían hacia mí, se turnaban sobre mis parpados semiabiertos, sobre un cielo blanco estático, quería moverme, aunque esto era una redundancia, porque esa intermitencia lumínica me decía dentro de mi propia pérdida de equilibrio, que no estaba inmóvil, quizás ese pinchazo que sentí a mansalva en el cuello, tuvo algo que ver con esto, lo único que sé es que se me cierra el día o la noche, en estos pesados parpados que se niegan a mantenerme despierto.
Una voz como la que le decía a Juan Luis Guerra, tranquilo Bobby, tranquilo, en su canción el Niágara en bicicleta, me decía: despierte, despierte es hora de levantarse. En menos de lo que imaginé, estaba en una fila para tomar el desayuno, la gente a mi alrededor era muy amable, aunque esto no era suficiente para darme cuenta de que algo andaba mal, claro desde siempre fui muy observador y esto me sirvió para detectar una horrible situación, el que estaba delante de mí, el de atrás, las señoras que comían en la mesa amarilla, la joven con sonrisa perdida y hasta el que tenía las llaves, todos estaban locos.
Lo primero que me pulso el instinto, fue miedo, ganas de escapar, de gritar: ¡Aquí ha habido una equivocación! ¡Yo no debería estar aquí! ¡Alguien por favor que llame al encargado! ¡Necesito hablar con él! Pero tantos años en compañía de mi abuela y de Delia Fiallo, me enseñaron que no hay nada peor para un cuerdo como yo, que decir que no se está loco, y menos si te superan en número, recursos, y tienen la llave.
Debo confesar que todo en mi vida estaba muy bien, deje de comer arepas cuando por VTV me entere de que los acaparadores manejaban el producto, compre una sartén de cerámica y deje de usar aceite y margarina, al no mas saber que había una conspiración para no producir, jamás me preocupe por el dólar, como saben yo gano en bolívares, comprendí que la inseguridad, en gran parte era mi culpa, ya que mientras uno más posee, más motivos da para que lo asalten, vendí mi carrito para así tener la inicial de un Venirauto, y aunque llevo más de dos años en la lista de espera, sé que pronto va a llegar, acaban de abrir una página web que está buenísima y hasta te envían un correo con un saludo bolivariano, los saboteos del sistema eléctrico hacen que las estrellas se vean de un nítido insuperable, otra razón más para dar gracias a la revolución, y cuando se me ocurrió comprar un metro y medio de manguera para solventar el mínimo y pasajero desabastecimiento de papel tualet, algo comenzó a romper mi lógica revolucionaria, escuché que el comandante supremo murió pobre, ¿como puede ser esto?, ¿qué paso con sus trajes Armani y sus relojes suntuosos?, ¿su familia quedó tan empobrecida, al extremo de permitir que él partiera paupérrimamente? ¿Quién maneja el Bentley? ¿Y quién se pondrá el abrigo y los nueve pantalones? A todas estas todavía en shock, escuché que a un alto funcionario en la Guaira lo apresaron con cuatro millones en efectivo y que el jefe del Indepabis de Sucre estaba en huyendo, con la camioneta del organismo y nadie lo ha visto, todo mientras Nicolás le dice a la exjefe del Indepabis que ella es culpable, porque robaban en sus narices. ¿Acaso es la única que tiene nariz?
Todo se arremolinaba en mi mente, desbalanceando mi centro socialista, pero quien me quebró fue Elías, si el mismo Jagua, cuando me puso a elegir entre papel tualet y patria ¿Qué tiene que ver el trasero con las pestañas? ¿Tendrá él, la fórmula para limpiarse con la patria? En ese momento decidí limpiarme sin remordimiento, salí del baño fui al consejo comunal y les grite, ¡Nos están engañando! ¡Regalaron lo reales! ¡Los universitarios tienen razón! ¡Viva la libertad! En eso me agarraron y sentí algo en el cuello, trate de resistir, hasta que me desmaye.
Hoy ya estoy recuperado, camino por las calles con los ojos bien abiertos a la realidad, los miro en las colas para comprar, en las emergencias de los hospitales, con sus franelas rojas en un refugio, en los alrededores de las morgues y sé que muchos de ellos no lo saben, algunos si y lo disimulan muy bien, de lo único que estoy seguro cuando los veo, es que lo que soy yo, ya no estoy loco.

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