Un entrometido en Jirahara

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Félix Otamendi tiene el más grande “focus group” del mundo. Suelen reunirse bajo su llamado en la ciudad de Barquisimeto durante dos o tres días cada año. Ya van por su encuentro 27.
Se organizan en doce mesas, digamos oficiales, y una última, la trece, constituida no precisamente por invitados, delegados o conferencistas, sino por los acompañantes de estos sectores, bien sean cónyuges, amigos o familiares.
Un gran detalle. Concurren de todos los sectores económicos, políticos, académicos y culturales, con una pequeña ventaja para el sector privado. Asistió incluso Jorge Roig, el recién estrenado presidente de Fedecámaras, que otrora fuese diputado al Congreso Nacional por la Causa R, sirva de paso comentar que tal diputación evidencia que la Causa, como se conoce en la jerga política, demostró de esa manera que no tiene para nada problemas con los sectores progresistas y democráticos del mundo empresarial.
Alfredo Ramos, causaerrista confeso, candidato a Alcalde de Barquisimeto le pasará una aplanadora al toñequito Jonacito Reyecito. Jirahara, tengo entendido, fue una feroz tribu indígena que poblaba un pequeño territorio donde hoy se asientan los estados Yaracuy y Lara. Uno de sus famosos caciques fue Arichuna, otro el Jefe Queipa.
En esos encuentros se tratan los más variados temas pero siempre asociados al futuro de Venezuela. Hay una buena representación de la Iglesia Católica, entre otras personalidades asistió el Rector de la Universidad Católica Andrés Bello, José Virtuoso, con quien jamás había cruzado palabra alguna pero en quien encontré un académico disciplinado a más no poder, dotado de un fino humor y una visión ecuménica del mundo. Nada que ver con el viejo sacerdocio frío y acartonado.
Estuvieron con nosotros el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana y otros altos representantes, incluyendo entre ellos a Baltazar Porras, a quien yo le he dedicado dos o tres artículos críticos y severos que ahora se ven distantes y algo desafortunados justamente después de haber oído sus cuentos y pequeñas historias acerca de las relaciones entre la Iglesia Católica y los distintos presidentes, y contó una versión sobre la actitud del difunto presidente, en los días de abril, que no se corresponde para nada con la versión oficial de una Gran Valiente derrotando la conspiración. Pueden leerla en Google bajo el nombre: Baltazar Porras. Memorias de un Obispo. Se las recomiendo.
Me permito decir que Jorge Roig en Fedecámaras, bautizado por Vladimir Villegas como “fedecamarada” viene dibujándole un nuevo rostro a su organización, pues está permanentemente encontrándose con la gente en los distintos estados. Roig es, desde el punto de vista riguroso de la actividad pública, mucho más de izquierda que, digamo,s Aristóbul,o que de vez en cuando sale agazapado y escondido a navegar por el Caribe, en un envidiable yate, que él mismo jura una y otra vez, sin que nadie le crea, que dicha embarcación es “prestada”.
Con nosotros estuvo Germán Carrera Damas, quien cada dos o tres minutos revisaba preocupado el asiento y el escritorio donde estaba sentado para cerciorarse que no estaba siendo grabado. Sus juicios fueron acertados y premonitores: No hay fuerza alguna capaz de demoler las estructuras democráticas de la sociedad venezolana. La bota militar pasará y nadie la recordará para bien. Milagros Socorro mostró la garra de siempre, con su verbo afilado y certero. Como directora de debate fue un verdugo. Pedro Luís España conjuntamente con Ángel Oropeza llenaron la sala de ideas, comentarios, información, análisis estratégico y del entorno que salpicados del más puro marxismo (Groucho Marx) despertaron el interés “de las masas”. Al final la gran tertulia de amigos y fedecamaradas terminó con un desayudo de despedida, cuyos exquisitos platos se le atribuyen a la mano mágica cocineril del propio Félix Otamendi, a quien al propio tiempo de darles las gracias por su invitación le reconozco su poder de convocatoria, intensa anfitrionía y cálida amistad.

@ssemtei

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