La escritura es un aspecto muy importante en la vida del ser humano, porque quien escribe plasma sus palabras, las organiza y las aclara. Uno se ve en lo que escribe, se descubre en el texto.
Al objetivar el pensamiento, al escribirlo, se piensa más fácilmente pues se dialoga con uno mismo, se reflexiona. Escribir nos permite sabernos.
La herramienta del periodista es la escritura que representa el progreso y el hombre la cultura. Sin el uno, el atraso nos ata al pasado. Sin el otro, el futuro es imposible. Sólo una correcta proporción entre ambos hace realidad el desarrollo.
El pasado 27 de junio fue un buen día para meditar sobre nuestros periodistas, y si estamos desarrollándonos en la correcta proporción.
Venezuela está llena de comunicadores sociales y las universidades siguen produciendo en abundancia. Barquisimeto es cuna de muchos jóvenes que hoy se desarrollan en su atento equilibrio, sin pensar que estarían lejos de representar lo que fue el cuarto poder, y por el contrario encontrarían un oficio lleno de amenazas e irrespetos.
El insigne Rubén Darío acuñó la frase, “Oh juventud divino tesoro ya te vas para no volver”; demostrando que es una etapa decisiva en la vida, de rebeldía positiva, formación profesional, ocupación laboral, matrimonio constructivo; y creo, que el ideal más alto del ser humano transcurre en esa fase llena de sueños y esperanzas, de amor y enamoramiento eterno. De canto permanente para la superación.
Ese jueves 27 de junio estuvimos en una nueva cita con la verdad. La que nos pone cara a cara con la miseria humana. La que nos enfrenta con el bien y con el mal.
No hubo mucho que celebrar detrás del calor de nuestros agremiados quienes festejaron con dignidad la independencia que surca el camino de su oficio, ignorando las cosas pequeñas, como el acto empañado por un discurso netamente político de la oradora de orden en la sesión especial de la Cámara Municipal, con mensajes despectivos hacia los medios de comunicación privados y sus dueños.
O como el premio nacional de periodismo que generó polémica, otorgado de manera póstuma al fallecido Presidente de la República Hugo Chávez Frías.
Los periodistas no cortesanos del régimen debimos ver en cadena obligatoria de radio y televisión, erizados, en silencio y con resignación, con la nariz tapada, cómo se cometió el más grave atentado contra la dignidad de la carrera, ultraje que tuvo como escenario el Palacio de Miraflores, con la imagen del libertador Simón Bolívar de trasfondo para que fuera testigo de excepción del mayor agravio que en los tiempos contemporáneos se le ha infligido a la prensa, tan igual, como señaló el periodista Ismael Guerra de la Ossa en Colombia, que se lo hubiesen dado a Hitler por su “encomiable” obra en materia de derechos humanos.
Un día le escuché decir a un colega peruano que el periodismo, según como se ejerza, puede ser la más noble de las profesiones, o el más vil de los oficios, el que tal vez ejerció el difunto Presidente al rechazar la verdad cuando no le convenía, su repudio a la información veraz si ella no servía a sus intereses; su ánimo pendenciero y vulgar contra el comunicador que osara criticar alguna decisión suya como gobernante; su predisposición para atropellar sin misericordia a quienes le cuestionaran cualquier medida administrativa, cerrando medios y dejando sin trabajo a decenas de colegas.
Ejercer esta profesión, es asumir una enorme responsabilidad, pues se trabaja con la principal herramienta que refleja la moral, la verdad, y gracias a ella nos debemos al lector, informarle objetiva y verazmente, defendiendo a la colectividad y negando cualquier subterfugio o engaño.
Qué estos principios se cumplan, que no muera la mística ni la entrega por el bien común, y que en fechas como éstas la solidaridad entre los hombres y mujeres que nos dedicamos con pasión a la noticia, a la opinión, nos ilumine para seguir con la frente en alto cumpliendo con nuestra función.
A mis colegas de la vieja guardia, quienes con su acreditado recorrido tienen el conocimiento y aprecio del conjunto de jóvenes que están haciendo de la comunicación social su vocación de vida, vaya igualmente mi abrazo fraterno.
Es así cómo el periodismo alcanza elevadas cuotas de respetabilidad con el ejercicio serio, innovador y consciente de una actividad tan indispensable para la libertad humana y el desarrollo social.
Dijo Oscar Wilde que hoy día la gente sabe el precio de todo, pero no conoce el valor de nada.
¡Periodistas!
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