Una de las zonas más concurridas de Barquisimeto, por tratarse del centro de la ciudad y del punto de encuentro utilizado por las familias para realizar las actividades comerciales, requiere urgente atención.
Caminar por este lugar, llamado “Bulevar de la 20”, en busca de algún artículo, electrodoméstico o prenda de vestir, representa un inminente peligro para todos, propicio para que las autoridades competentes accionen una rápida solución para evitar cualquier tipo de accidente que comprometa la vida de las personas.
Huecos de grandes profundidades, alcantarillas destrozadas y muchas de ellas sin rejillas, filosas cabillas que sobresalen de las aceras y montones de basura son algunos de los obstáculos con los que se enfrentan a diario niños, adolescentes y personas adultas que se incorporan a lo que anteriormente se denominó avenida 20.
Los espacios de esta arteria vial no están concluidos y forman parte de los elementos de Transbarca, el cual arrancaría una década atrás, cuyo proyecto inicial establece que por allí pasarían los trolebuses, sin embargo, a la fecha, ese sistema de transporte no se pone operativo y tampoco le buscan solución a los riesgos que la gente se consigue al caminar por este lugar, lo que se traduce en una flagrante demostración de irresponsabilidad y omisión administrativa por parte del gobierno local y regional.
Otro inconveniente que presenta el boulevar de la 20 son los vendedores informales, quienes retornaron con sus tarantines.
Estas personas, alegando que tienen derecho al trabajo, restan espacios a los transeúntes al adueñarse de las aceras por todo lo largo de la calle, desde la avenida Vargas hasta la avenida Rómulo Gallegos (La 42), imposibilitándole el libre desplazamiento de los compradores.
En definitiva, una situación de anarquía constituye esta importante zona del centro de la capital larense, que en lugar de mostrar a propios y a extraños la mejor organización y pulcritud, refleja la existencia de una mala gerencia gubernamental y un gran desinterés por garantizarle al colectivo en general seguridad y tranquilidad.
Este es el drama que se aprecia a la luz del día, porque de noche otra situación se apodera del bulevar.
La basura es un elemento perturbador que tras ocultarse el sol, cerrar los negocios y retirarse los buhoneros queda regada en la calle, siendo pasto fácil de perros que terminan de desordenarla.
Desde los vehículos en desplazamiento se perciben los malos olores provenientes de los desperdicios.
También son muchos los carros que han caído en los huecos de las bocas de visita sin tapa.
La razón es que de noche estos precipicios no se ven con claridad porque el boulevar está prácticamente a oscuras, por la falta de bombillas.
Este “paseo”, concebido para caminarlo y disfrutarlo tanto de día como de noche no garantiza seguridad personal a los ciudadanos.
Por una parte, de día es una total anarquía, y de noche queda sin vigilancia y patrullaje, con lo cual se aleja del atractivo de un boulevar para convertirse en una zona hostil para las familias.