La música venezolana no distingue fronteras

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Barquisimeto fue el escenario de un nuevo hecho inédito, el sábado pasado. Ocho maestros dejaron que sus manos comunicaran las virtudes que guarda el prodigioso repertorio nacional.

Con el anhelo de promover nuestros instrumentos y ritmos típicos, la Fundación Escucharte (FundaEscucharte) abrió la Cátedra Itinerante de Música Venezolana, iniciativa avalada por importantes instituciones y figuras.

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Henry Linárez (cuatro), Manuel Rojas (flauta), Eddy Marcano (violín), David “Zancudo” Peña (contrabajo), Agelvis Sánchez (bajo), Ernesto Laya (maracas), Yonathan Gavidia (percusión) y Ricardo Aguirre (gaita zuliana) subieron a la tarima juntos, por primera vez.

El Auditorio de la Torre David fue testigo del espectáculo marcado por la intimidad y sencillez.

Semanas atrás los artistas prometieron que sería una noche de primicias. La intérprete y narradora oral Nancy Machado anunció que el encuentro quedaría en el recuerdo gracias a la grabación de un DVD magistral. El público no sólo disfrutó de un encuentro entre grandes, también participó en el video que pronto será develado.

Después de las 8.00 pm decenas de melómanos dieron la bienvenida a la fila de virtuosos que celebró el éxito de la Cátedra Itinerante de Música Venezolana y el sexto aniversario de FundaEscucharte.

Música y buenas noticias deleitaron a la audiencia que apoyó los programas sociales auspiciados por FundaEscucharte.

Herencia y nuevas tendencias

Los ocho protagonistas cautivaron al interpretar tesoros del repertorio criollo, pero además tuvieron la libertad de presentar nuevas composiciones, versiones matizadas por géneros como el jazz y engranajes inigualables.

Su entrega fue alimentada por los aplausos que agitaban el recinto canción tras canción.

Evocarte, de la autoría del talentoso bajista Agelvis Sánchez, fue el primer tema de la velada.

Los maestros bajo el mismo sentir agradecieron el cálido recibimiento.

A última hora, joropo de Ricardo Sandoval, fue el siguiente regalo instrumental.

Los concurrentes fijaban sus miradas en cada movimiento del grupo que divulgó las maravillas de este país a través de un lenguaje que no distingue fronteras.

En homenaje a las posibilidades de la música, el cuatrista Henry Linárez interpretó una pieza inédita titulada Canta y toca, del género ritmo fusión.

Confesó que el público es la motivación para que sigan adelante en su travesía de sonidos.

Como llora una estrella, un clásico del legendario Antonio Carrillo, conquistó a la gente.

El flautista Manuel Rojas reveló que idearon una nueva versión, distinguida por los matices del violín y la flauta baja.

El pasaje Guayabo, del criollo Tito Camacaro, fue la siguiente pieza en enamorar.

Luego se lucieron con los temas Dulce añoranza de Albert Hernández, el joropo oriental El violinista, El intrometido y El sinvergüenza.

En conjunto y en solitario, los ocho baluartes de la música venezolana en los más prestigiosos escenarios internacionales demostraron por qué debemos honrar el repertorio de esta tierra.

 

 

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