Presupuesto universitario justo

Así como la producción de alimentos mide la independencia de un país, la calidad de la enseñanza universitaria mide su desarrollo. Ya se ha insistido en que el desarrollo científico y tecnológico es la base del progreso de los países, y éstos se ejecutan en las universidades y en los centros de investigación.
Es obvio, entonces, que las universidades deben justificar su existencia preparando no sólo profesionales idóneos que contribuyan al progreso del país, lo que implica remuneración óptima de su trabajo, sino investigadores que conduzcan permanentemente líneas de investigación, solucionando problemas propios de la zona de influencia de sus universidades; por ejemplo, en las ciencias veterinarias, aquí en el estado Lara, hay un material valioso para hacer investigación en las zonas áridas y semiáridas, como es la explotación de las cabras que producen leche de alto valor nutritivo y quesos considerados exquisitos en otras latitudes. Y así, podríamos dar ejemplos en cada una de las profesiones de la UCLA (Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado), distinguida en sus casi 50 años por graduar profesionales de alto nivel, que están siendo acogidos actualmente en muchos países.
Y ciertamente, fruto del trabajo realizado en las últimas décadas, seis universidades de Venezuela (UCV, USB, UCAB, ULA, Metropolitana y Universidad de Carabobo) han sido recientemente catalogadas dentro de las mejores 250 de Latinoamérica. Y este logro hay que mantenerlo, asignando el presupuesto justo que los universitarios estamos exigiendo vehementemente al gobierno venezolano. De lo contrario, el nivel académico de nuestras universidades se empieza a demoler rápidamente, lo cual ya es evidente en estos momentos.
Este ranking, efectuado por la consultora británica Quacquarelli Symonds (QS) evaluó las 250 mejores instituciones universitarias latinoamericanas, con base en siete criterios: reputación académica, reputación empresarial, cantidad de estudios y publicaciones, proporción entre número de alumnos y profesores, presencia en internet y cantidad de doctorados. Anteceden a las venezolanas, algunas universidades del Brasil (siendo la primera de la lista la U de Sao Paulo), México (la UNAM) y otras de Chile, Argentina y Colombia. Venezuela en las últimas décadas había estado por encima de Colombia en investigación, ciencia y tecnología. La causa fundamental de la posición en la lista estriba, según Andrés Oppenheimer, en su libro Basta de historias, en el porcentaje del PIB asignado a la Universidad y en el número de investigadores producidos: “Brasil está produciendo 10.000 doctorados por año, mientras que México produce 2.500”.
Por consiguiente, los universitarios venezolanos no deberíamos rogar o mendigar consuetudinariamente los presupuestos adecuados a los distintos Gobiernos y al Estado. No es la primera vez que se han tenido que organizar protestas a tal fin, pero nunca se había deteriorado al extremo crítico actual dicho presupuesto universitario, a lo cual han contribuído la devaluación del bolívar y la inflación y, principalmente al descuido e incumplimiento de éste gobierno en atender las normas de homologación, que solo han sido incrementadas en 40% en los últimos 8 años.
El Estado a través del gobierno, de acuerdo al artículo 102 de la Constitución Bolivariana de Venezuela, establece: «La educación es un derecho humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria. El Estado la asumirá como función de máximo interés en todos sus niveles, y como instrumento del conocimiento científico, humanístico y tecnológico de la sociedad».
Entonces, es muy fácil solucionar la situación actual, pues basta cumplir con este artículo de la Constitución.