Ira vs. perdón

Toda tesis tiene su antítesis, toda hipótesis tiene su verificación o falsedad, toda proposición puede ser cierta o inexistente, todo día tiene su noche, toda llama encendida algún día se apagará, lo cierto es que vivimos en un mundo imperfecto donde lo contradictorio en todo momento está presente en nuestras vidas, igualmente ocurre con la ira y el perdón.
Si extrapolamos estos argumentos a la situación actual del país, nos puede parecer ilógico que la mayoría de los venezolanos agrupados en dos grandes bloques, portadores de su verdad absoluta, no puedan converger en una salida satisfactoria que nos beneficie y convoque a la mayoría.
La familia venezolana está dividida, en ella desembocan una serie de sentimientos encontrados, donde la ira irradiada por el grupo oficialista, manifestada a través del sarcasmo del presidente de la asamblea nacional y todo el combo de diputados afectos al gobierno, juega un papel predominante en el maltrato a diario que sufre el grupo opositor.
Lo triste es que las personas simpatizantes del gobierno apoyan todos estos improperios, los defienden en sus hogares frente a su compañero(a), hijos, hermanos, sobrinos, tíos, abuelos, cuñados y amigos, ocasionando de esta manera las posiciones encontradas que conllevan a la desunión familiar.
Evidentemente, que la actitud de los dirigentes oficialistas no es asertiva ya que con sus discursos llenan de rabia a sus simpatizantes para que accionen contra las personas que están en la acera del frente, independientemente que estos seres compartan nexos consanguíneos y de amistad. Todos conocemos que después de la tormenta viene la calma, luego de pasar un rato desagradable llegan situaciones que nos alegran la vida. Para sentir esa paz espiritual que nos reconforta y agiganta el deseo de vivir es fundamental despojarnos de la ira y centrarnos en el perdón, para ello es necesario que nos reencontremos como la gran familia venezolana, donde cada miembro independientemente de raza, credo, posición ideológica, aporte su granito de arena en la construcción de la patria que queremos y merecemos.