Le quito prestada a Rubén Blades esa estrofa de la canción El Apagón, para comenzar con este tema. Medio milenio después, en la misma tierra donde indígenas cambiaban con extranjeros prendas de oro por espejitos y baratijas de una modernidad inimaginable para ellos, estamos haciendo exactamente lo mismo. Más de quinientos años pasaron en vano en esta “pequeña Venecia” reconquistada ahora por los cubanos. No existe diferencia, seguimos cambiando riquezas naturales de nuestro suelo por productos terminados y utilitarios que somos incapaces de producir soberanamente. Antes cambiábamos oro por espejos, ahora es petróleo por papel tualé.
Todos los días se leen noticias sobre estos trueques neocoloniales. República Dominicana nos paga el petróleo con huevos y pollo, Bolivia con azúcar, y así vamos haciendo abasto en el extranjero con la chequera de Pdvsa. Con Cuba la cosa es aún mejor: como no nos pueden pagar con alimentos porque tampoco producen nada por padecer del mismo socialismo fracasado, nos pagan con el trabajo forzado de su pueblo mandando a unos médicos para que se internen en nuestros barrios y le presten atención primaria a la gente. O sea, la neoesclavitud que termina de recrear esta regresión histórica que estamos viviendo.
Lo curioso es que nos creemos independientes a pesar de que no producimos lo que comemos, ni lo que vestimos ni lo que usamos para nuestro cuidado personal. En eso, hay que reconocerlo, nos ganan nuestros antepasados indígenas que al menos eran autosustentables y no dependían de otras culturas para alimentarse. Actualmente somos casi treinta millones de personas montados sobre la mayor reserva petrolera del mundo esperando a ser alimentados por gobiernos extranjeros. Cambiamos petróleo por lo que sea, no se nos ocurre más nada. Si una de las características del subdesarrollo es intercambiar materia prima por productos manufacturados, entonces habrá que acuñar un nuevo término para describir esta tragedia de cambiar crudo para llenar con comida los anaqueles de un país. Es el recontrasubdesarrollo más atroz jamás imaginado.
Pero, ¿Por qué en Venezuela no podemos producir las caraotas, el pollo, la azúcar y el papel sanitario que consumimos? ¿Qué tiene República Dominicana que no tenemos nosotros? La respuesta a esta interrogante es la razón más contundente para condenar a la clase política dominante de los últimos quince años que en su cinismo delirante se han declarado los salvadores del planeta. Esta es la consecuencia de haber confiscado fincas productivas, intervenido centrales azucareros, expropiado empresas y expulsado a las trasnacionales. Quebraron el país y somos más dependientes que nunca de un petróleo que ya ni a cien dólares alcanza para abastecernos.
La inflación, la escasez y el desempleo es culpa exclusivamente del gobierno y su comunismo trasnochado que como siempre ha fracasado. Una pastilla de Barrio Adentro o un título de la Misión Ribas no compensan una devaluación de más de trescientos por ciento en tres años que ha reducido el sueldo mínimo a un valor menor al de un caucho y con el que no se puede ni hacer mercado. Sólo los enchufados dueños de los dólares son más ricos que antes, de resto todos nos hemos empobrecido en medio de la bonanza petrolera más grande de la historia. Las comparaciones con la crisis del capitalismo en el primer mundo no aplican en nuestro caso, ya que somos un país productor de petróleo en medio de la época de las vacas gordas. En la última década todos los países productores de materias primas se han desarrollado, menos Venezuela. Ni hablar de ejemplos latinoamericanos como Perú, Chile y Colombia. Pero nosotros teníamos que hacerle caso a Giordani.
En 1936 Arturo Uslar Pietri le advirtió a Venezuela sobre la necesidad de sembrar el petróleo para desarrollar la industria nacional en vez de usarlo como caja chica del gobierno para importarlo todo. Ocho décadas después Elías Jaua nos grita “¿Quieren patria o papel tualé?”. Venezuela ha retrocedido a los niveles más primitivos de cualquier civilización. Como si fuera un Jumamji histórico vemos a países extranjeros y caudillos criollos saquear nuestro suelo con total impunidad. Y al “gobierno”, que viaja en avión prestado, lo único que le importa son los peces de las peceras de La Flor de Fruto. Pero el pueblo observa callado (por ahora) la fiesta de los enchufados consciente de que se están cogiendo los reales y repartiendo el país en nombre de Chávez y por cuenta de la FANB. Si para ellos la patria es la alternativa al papel tualé, queda claro entonces lo que están haciendo con ella.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted
Dictamen – “500 años de cotorreo, se fue la luz, y sigue el saqueo»
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