Uno de los mitos que persisten sobre el uso de antialérgicos es que producen somnolencia (sueño), porque los primeros que salieron al mercado, en décadas pasadas, tenían este efecto secundario no deseado.
Magdalena Sánchez, pediatra, neurofisióloga e investigadora médico, explicó que dentro del mercado se encuentran fármacos que incluso han sido probados en pilotos y en personas que trabajan con maquinaría pesada, porque los mantiene alertas.
“De hecho, yo siempre les digo a las madres, que no sólo los pilotos y operarios de maquinaria pesada deben estar alertas. Quienes manejamos, los niños cuando van al colegio para poder prestar atención a sus clases y aprender, todos necesitamos estar alertas”, indicó.
Comentó que en ocasiones los padres piensan que es mejor darle un antialérgico que pueda generarles somnolencia porque creen que “es mejor que el niño esté tranquilo o sedado”.
Sin embargo, Sánchez recordó que los pediatras no quieren ver a los niños tranquilos, porque la característica normal es que estén activos.
“Claro, cuando tienen un problema de hiperactividad tiene que ser manejado con un especialista y con ciertos fármacos para esta condición, que no precisamente son antialérgicos”, aclaró Sánchez.
El niño debe jugar, estar atento, alegre, alerta, saltando y brincando, por ello, no se debe utilizar ciertos tipos de antihistamínicos para calmarlos, ni usarlos como sedación.
Otra punto que se debe mencionar es la formulación de los medicamentos, casi siempre soluciones y jarabes para niños y los comprimidos para los adultos.
“No siempre la realidad es así, porque podemos tener pacientes adultos con dificultad para la deglución de pastillas, a ellos podemos recetarle los fármacos que tradicionalmente tenemos pensados para niños, tomando en cuenta el ajuste necesario de la dosis”, señaló Sánchez.
Tendencia mundial
Las medicinas para niños se comenzaron a elaborar con azúcar, de manera que pudiera tolerarlo mejor al momento de tomarlo. Magdalena Sánchez indicó que la tendencia mundial es la fabricación de fármacos sin azúcar ni alcohol.
“Con los avances científicos contamos ahora con formulaciones libres de azúcar que también son agradables para los pacientes, lo cual hace niños con diabetes, por ejemplo, puedan tomarlas”, especificó la pediatra e investigadora.
En los laboratorios trabajan en buscar la manera de elaborar fármacos con menos aditivos, como sucede con el alcohol, que pueden afectar a pacientes con enfermedades metabólicas o hepáticas, de manera que la tendencia mundial es hacer medicamentos más seguros y menos nocivos para la salud.
“De esta manera los padres pueden estar más tranquilos con los fármacos sin aditivos que toman sus hijos”, aseveró.
Tiempo de uso
Cuando un niño o adulto padece de algún tipo de alergia, uno de los principales temores que tienen los pacientes se refiere al hecho de hacerse adictos a los tratamientos farmacológicos, y que bajo ninguna circunstancia puedan dejar de tomarlos.
Magdalena Sánchez desmitificó algunas creencias comunes sobre la toma de antihistamínicos (antialérgicos) en la población adulta e infantil.
“Inclusive en la actualidad algunos médicos cambian los antialérgicos a sus pacientes cada 15 días, para evitar que se pierda el efecto deseado, esto se denomina taquifilaxia, cuando por uso prolongado los fármacos dejan de ser útiles en el tramiento de cierta patología”, indicó Sánchez. Sin embargo, según la investigadora, desde el año 1994, cuando apareció en el mercado la loratadina, se empezaron a tener bases científicas sobre la continuidad de la eficacia a pesar del uso prolongado del fármaco.
“Lo que debemos tomar en cuenta es su seguridad y eficacia, de manera que si el paciente amerita un tiempo prolongado se le puede recetar. Cada caso debe ser enfocado de manera individual”, estimó Magdalena Sánchez.
En el caso de la rinitis alérgica, por ejemplo, el uso de antihistamínicos no debe ser menor a los dos meses.
“Al decirle a los padres se descontrolan y asustan, por ese mito de que puede producirles adicción. El médico es quien determinará el antihistamínico adecuado dependiendo de la edad y condición de base del paciente”, reiteró Sánchez.
En este sentido, indicó que existen estudios de seguridad que determinan un uso prolongado hasta de 6 meses continuos, sin ningún efecto colateral en el paciente.
¿Podemos usar cualquiera?
En el mundo y de igual manera en Venezuela, existen legislaciones que aprueban el uso de antihistamínicos dependiendo de la edad del paciente.
“Por ejemplo la desloratadina es la única que se puede indicar a niños a partir de los 6 meses, otros a los 2 años de edad y así hasta llegar al paciente adulto”, explicó Magdalena Sánchez.
La seguridad es un punto importante, pero sobre todo en pediatría, por el cuidado y protección a la infancia.
“También el especialista debe tomar en cuenta si el medicamento produce interacciones farmacológicas o con alimentos. De allí la importancia de conocer al paciente y su condición médica general”, aclaró Sánchez.
Patologías frecuentes
Los antihistamínicos son necesarios para tratar varias enfermedades o sus efectos colaterales.
Por ejemplo, en el caso de la rinitis alérgica, como también en pacientes con urticaria, bien sea por intoxicación, infecciones o por alergenos del ambiente, se requiere la toma de antialérgicos.
“En patologías donde esté presente el prurito (picazón) se debe hacer un manejo con antialérgicos que le permitan disminuir o acabar con dicha sintomatología”, precisó Sánchez.
Tal es el caso de la varicela (lechina), sarampión, herpes virus sarna o escabiosis, y la dermatitis atópica.
“Cuando el paciente tiene una piel alérgica, como sucede con la dermatitis atópica, podemos observar que el área se torna seca y roja, se irrita, escama y se rompe. Por eso el manejo de la picazón es vital porque el niño al rascarse se rompe la piel y de allí pueden venir las infecciones”, acotó.
¿Cómo evitar las crisis alérgicas?
La especialista en neurofisiología ofreció consejos para disminuir la aparición de crisis alérgicas en niños, tips que también pueden servir a los pacientes adultos.
“Promovemos que se evite estar cerca de los alergenos, medidas difíciles pero necesarias. La ley que debemos cumplir en nuestros hogares”, insistió.
La primera medida es la cesación tabáquica (NO fumar), como protección para todas las enfermedades respiratorias.
“Los ambientes libres de humo ha sido una medida extraordinaria. No es fumar en la ventana de la casa, porque la nicotina también queda en el ambiente, en las manos, en la ropa e impregno a los niños cuando los toco”, detalló.
Los cuartos deben tener ventilación de los ambientes, se debe evitar el uso de aerosoles y perfumes donde hay niños alérgicos.
“No sacudamos el polvo al limpiar, sino que usemos aspiradora o pasemos un paño mojado para limpiar las superficies”, agregó.
Los cuartos no deben convertirse en bibliotecas ni llenarlas de periódicos, revistas, libros; como tampoco de alfombras y peluches.
“Las sábanas y fundas deben cambiarse cada semana, y las almohadas debemos reemplazarlas cada seis meses, de manera que podamos salir de los ácaros que allí hacen vida. No coloquemos bolsas plásticas para resguardarlas, porque eso no tienen ningún efecto”, explicó Sánchez.
En sí, mantener la higiene básica, con habitaciones limpias, desinfectantes sin olores fuertes y sin moho. La especialista mencionó que tender la ropa al sol, utilizar la secadora en caso de quienes la tengan o planchar la ropa, eliminará los ácaros.
“No es encerrarnos en una burbuja, sobre todo en el caso de los niños deben llevar una vida normal, pero con cuidados para evitarles complicaciones alérgicas”, concluyó Magdalena Sánchez.
La frase
No queremos que los niños estén sedados, sino que jueguen, estén alertas y aprendan en sus clases. Por eso usamos antialérgicos que no produzcan sueño
Los medicamentos no funcionan en los pacientes que no los toman. Por eso la adherencia al tratamiento es parte del compromiso del paciente con su salud
Recordar el tratamiento a través de la tecnología
En el mercado existen ciertas aplicaciones para teléfonos inteligentes relacionadas con la salud, algunas de ellas para recordar el cumplimiento de un tratamiento farmacológico, sin embargo, su eficacia no está demostrada.
Magdalena Sánchez, director médico de MSD, informó que durante varios meses, un grupo de investigadores médicos se enfocaron en conocer cuáles eran las razones más frecuentes de los pacientes para no tener adherencia a sus tratamientos farmacológicos.
“Un 70% de las personas colocó al olvido como la causa de no cumplir con su tratamiento. Por eso, ideamos una aplicación (app) para teléfonos inteligentes, que recordará en el horario debido, la toma del tratamiento, además de reforzar la adherencia con mensajes positivos”, explicó la médico pediatra e investigadora.
La adherencia va más allá de la compra del medicamento, sino en que el paciente esté comprometido con su salud y tratamiento.
“No se trata sólo de la ingesta del fármaco, sino también de recomendaciones terapéuticas que el médico indique. Por ejemplo, el hacer ejercicio mínimo tres veces a la semana. Es una orden que también debe cumplirse para mejorar su condición de salud”, detalló Sánchez.
Las rehabilitaciones en fisiatría también forman parte de las pautas que ofrecen los profesionales de la salud al paciente, y que por ende deben cumplirse.
La especialista recordó una frase bastante cierta: “Los medicamentos no funcionan en los pacientes que no los toman”.
Sánchez se preguntó: “¿Por qué tenemos rinosinusitis mal controlada y los pacientes están tan mal si tenemos medicamentos efectivos?”.
Comentó que cuando los tratamientos tienen un período corto de duración, se le facilita el cumplimiento al paciente, pero, en casos de recetas médicas prolongadas para enfermedades crónicas, se hacen grandes esfuerzos, porque no se curan sino que se controlan.
“Con la aplicación gratuita para teléfonos inteligentes, el paciente escribirá la receta, en datos como duración del tratamiento, la indicación médica y ajustará los horarios convenientes, de manera que mediante una alarma le recordará, sumado a información diaria sobre su enfermedad”, informó Sánchez.
Es una herramienta única en el mundo, aunque sólo se utiliza en el caso de la rinitis alérgica, pero el objetivo es ampliarla con otras patologías crónicas.