Conversemos hoy con él. Hagámosle el día grato. Su oficio es muy duro, pero cuando se pone en peligro la libertad, su tarea es aún mayor. El médico se automedica, pero cuando la enfermedad agrava, solicita ayuda. El periodista es un soldado de la libertad y en su delicada misión de informar, está en la obligación de ser objetivo y decir la verdad. Él, igualmente, es el médico de nuestra conciencia, pero la gravedad es tal, que ya no se puede automedicar. Carga sobre sus hombros todo el peso de la injusticia, el mal de la mentira y del engaño, el interés de apoderarse de sus medios, el silencio de los hechos cobardes y la angustia de un pueblo que no encuentra cómo salirle al paso a tanta desdicha.
Él es un intelectual y entiende con claridad las luchas y los movimientos sociales. Sabe cómo actuar en las dificultades, pero para ser objetivo tiene que buscar fuentes informativas seguras y verificables o ser él mismo quien haya estado en el sitio de los acontecimientos. Allí él nos necesita, ¡ayudémoslo! En estos tiempos se le han cerrado en Venezuela las fuentes oficiales, las puertas de los despachos. No tiene acceso directamente a la fuente. Algunos voceros desde el texto corto de un “twitter” le envían un mensaje, pero sin la posibilidad de someterlo a los requerimientos que exige una nota, un relato periodístico, que responda a las interrogantes básicas: Quién, qué, cómo, dónde, cuándo y por qué sucedió o sucede eso. Eso lo limita en su oficio, pero no lo aparta de su interés en buscar la noticia.
Los mejores periodistas comentan que las grandes noticias las han encontrado con el portero o el chofer de un jerarca o de un general, y cuándo quieren conocer la realidad de una ciudad, un estado o un país, buscan los centros populares de la población y utilizan el transporte público para escuchar al pueblo. Allí está la verdad. Es el pueblo quien los enseña, es el pueblo quien los orienta. La verdad está en el pueblo y no en los escritorios, apuntan. Hoy, el periodista necesita de ese pueblo. Es posible que muchos de nosotros miremos para los lados, para hablar con él, pero tal vez él necesita tanto como nosotros, de la solidaridad y el acompañamiento en la lucha por la libertad de prensa y de los poderes constituidos en Venezuela.
En la conversa con el periodista, hablémosle con confianza. Él nos conoce a todos e igualmente sufre como nosotros. Digámosle que su voz y su pluma, son las nuestras y que gracias a sus elevados principios éticos y a su formación profesional humanística, nosotros como pueblo lo seguiremos apoyando. Digámosle: Tú representas el poder de los poderes: el poder del pueblo. Sigue adelante que el futuro es tuyo, y es nuestro. Juntos lo lograremos. Dios está con su pueblo, Dios está contigo, porque tú eres el mensajero de la noticia con la verdad, el que alivia nuestra conciencia.
Sabemos que te preocupa como el poder ha logrado dividir tu gremio, al igual como han logrado dividir al país. No le des la espalda a tus compañeros, a tus colegas, ¡búscalos!, así como nosotros estamos buscando a los nuestros. Lo que tú sabes, lo saben ellos: la verdad está en el pueblo y el pueblo hará que ellos vuelvan su mirada hacia ti. Ellos son tus colegas para siempre, pero el poder no siempre será para ellos. Un abrazo. ¡Feliz día!
[email protected]
El periodista
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