Elecciones: ¿para qué?

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En reciente artículo, el extraordinario analista Moisés Naím identifica elementos comunes en los movimientos populares masivos que hoy estremecen el clima político de varios países, desde Túnez hasta Brasil.
Los factores que enumera son: Pequeños incidentes que encuentran eco popular y se crecen reflejando insatisfacción sobre temas más profundos; la torpe y mala reacción de los gobiernos afectados; una ausencia de líderes y estructuras de mando, que impide a las autoridades negociar o reprimir efectivamente; y la imposibilidad de pronosticar adonde pararán las protestas.
Agrega que todas ocurren en países relativamente exitosos, con una clase media que en cada caso creció a sus mayores niveles históricos.
La historia confirma que el factor decisivo de cambio es esa clase media que busca superación personal e independencia económica individual: Un estrato que no se mide en ingresos sino en actitudes culturales. Quien llega a clase media lo sigue siendo, aún empobrecido.
Venezuela parece estar desarrollando – a lo largo de un costoso y doloroso proceso de maduración política – un movimiento masivo «sui generis»,  en el que su clase media – mas los millones de venezolanos decentes que aspiran a formar parte de ella – insiste en ventilar su protesta de manera cívica, pacífica y democrática por vía de las urnas – a sabiendas que lucha en un campo minado de trampas y abusos grotescos.
Se trata de un proceso de habilidad y paciencia, imprescindible para desmontar -de manera menos cruenta- un entramado institucional totalmente corrompido que creció entreverado con sueños e ilusiones de una masa engatusada por un taumaturgo. Acá el reto no es sólo desenmascarar un fraude: Hay que reemplazar infantilismo con madurez.
Hace más de medio siglo otro gran histrión tuvo – en la cresta de su popularidad – el descaro de preguntar a su masa histérica: «Elecciones: ¿para qué?», dejando a sus oponentes el sólo camino de la confrontación armada.
Hoy la corte castrista intenta – con poco éxito – inyectar materia gris a una torpe y corrupta banda de mafiosos disfrazados de rojo que intenta sustituir al hábil difunto con un entramado de mentiras y sandeces: Como la oligofrénica disyuntiva entre «patria» y papel toilette.
En Venezuela la gran transformación avanza a punta de votos – y con los esfuerzos cada vez más hábiles para defenderlos. Cada elección es un aldabonazo que abre campo a la democracia.  Aquí el concepto a vencer es ese viejo planteamiento de Fidel, y de todos los que con él  preguntan: «Elecciones: ¿para qué?»

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