Desde el puente – La Constituyente es el instrumento

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Se trata de un camino democrático, constitucional, adecuado a la realidad actual y única posibilidad para intentar los cambios que el país necesita. El tiempo para las alternativas electorales tradicionales se agotó. Esto no aguanta más.
Pertenezco al grupo de compatriotas que desde principios de los años ochenta estudiamos el punto. Hemos seguido la evolución del país sin que las alternativas de solución planteadas hayan sido atendidas, ni antes, ni ahora. Invito a los interesados a revisar los documentos y conclusiones de la Comisión para la Reforma del Estado (Copre).
Allí encontrarán respuesta clara a la mayoría de los problemas actuales, casi todos de agravamiento progresivo desde los tiempos de Lusinchi hasta ahora. Cuando se pregunta el para qué de la Constituyente, en principio podemos responder que para impulsar esos programas elaborados bajo la dirección de compatriotas ilustres.
Por falta de decisión y coraje, la dirección política del país eludió la tarea de los cambios necesarios, se agravaron todos los problemas y con el señor Chávez se instaló el castro-comunismo que nos gobierna. A lo existente se suman nuevos estudios concretos para la creación de una nación verdaderamente federal, descentralizada, con estados y municipios autónomos y con clara separación e independencia de las distintas ramas del poder público. No todo el mundo se agota en la politiquería como forma de vida, ni en el electoralismo como único instrumento de lucha. La democracia y la política son algo más que coyunturas electorales.
El camino constituyente fue planteado en el 89 a raíz del “caracazo”, en el 92, año de los golpes militares, en el 93 con mi candidatura presidencial pero, a pesar de la hipócrita retórica favorable al punto, la incertidumbre, el miedo a alterar el establecimiento, impidió la vía. No fue posible, pero quedó sembrada la idea. Chávez la tomó como bandera de su campaña y encontró el terreno abonado. Desnaturalizó el proceso, hizo lo que le dio la gana y hasta desprestigió el tema hasta el punto de que hoy algunos de los más calurosos promotores, temen una repetición de los disparates de este tiempo.
Invito a leer el artículo de Alberto Quirós Corradi publicado en El Nacional del domingo pasado. Lo comparto plenamente.
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