El insomne delirio que se aferra al poder eludiendo el sentir colectivo y ejerciendo sin ambages el poder de las armas, se le ha dado ahora por pergeñar una frase, por balbucear una sentencia en justificatoria alusión a la obra de su gobierno, que es a un tiempo nuestro trágico desgobierno. “Tenemos Patria”, afirman en trance coral voces amaestradas en el catecismo autoritario, y hermanados en las fechorías. Y yo me pregunto, ¿Qué es la Patria?
Dejo a un lado los recuerdos escolares que remiten a símbolos, a himnos, banderas, próceres y batallas, y miro en el trayecto que nos trae a este presente que pareciera no querer salir del pasado, y que pretende trastabillando, esquivar el futuro.
Patria es la certeza de una forma de vernos, de mirarnos, escucharnos y también de ignorarnos. Patria es el único domicilio en el que no estamos perdidos, a pesar del extravío de otros que nos hala a ese remolino de indolencia y locura; es conciencia de lo conocido y refugio perenne de nuestros seres queridos y amados, pero es también territorio que se deteriora y agrieta cada día más, al calor de la rapiña disfrazada de gobierno, y de un Estado convertido en botín ya ruinoso de un capricho personalista extinguido, pero aun padecido.
Patria es verde tepuy e infinita sabana, humedad de ríos y playas que esperan aun de alguna generosa voluntad y empeño para ver desarrollado el turismo y su infraestructura, como manera de romper esa secular dependencia del petróleo y su rentismo en tanto paradigma sociocultural, que ha justificado cierta actitud pasiva y mendigante frente al trabajo, y sobre todo al efímero y elusivo concepto de riqueza.
Patria es gente, sembrada en un lugar, en un paisaje, clima y esperanza, cuya calidez perdura aun hoy, ante el gélido peso de la violencia creada por el resentimiento, la corrupción, la impunidad como correlato de una justicia ausente, y la falta de autoridad y respeto al ser humano. Paradoja encerrada en las fronteras de nuestros sueños e impotencias, de nuestros anhelos y resignaciones, en la que convive la prosperidad como correlato de esfuerzos vitales de emprendimiento y sudor, fortunas súbitas y descaradas, y pobrezas hambrientas que premios y distinciones internacionales pueden quizá desconocer, pero que siguen allí, intactas y olvidadas.
Patria es el talento de nuestros jóvenes, hombres y mujeres, que florece aquí, a pesar de un clima hostil a la creatividad del individuo, y afuera, a pesar de los prejuicios y una duda sólo disipada por el asombro de su triunfo. Patria es ese recuerdo arrugado, en la decisión humedecida por la lágrima de quienes se han ido buscando un porvenir que aquí se hace inasible y gaseoso. Patria es la melodía que escuchamos y reconocemos aun en el más ruidoso silencio de la soledad o la distancia, es el sabor y la sazón que saboreamos en el compartir de nuestras cotidianas angustias y apetitos, en esa familiar vecindad que también nos define. Es cadencia que combina ritmos y sonoridades para salpicarnos de humor y picardía, para sobrevivir el drama de la anarquía y el gobierno del hampa, tanto el de corbata, lente oscuro y cargo público como el de zapato de goma, revólver y mortal cercanía.
Patria es posibilidad y contradicción, es polarización y encuentro en la necesidad de convivir sin desconfiar del otro, y sin etiquetar y criminalizar al que piensa distinto. Patria es aquel que piensa que la soberanía se defiende con fusil, uniforme y amenaza altisonante, pero es también el que confía en el conocimiento, su educación y esfuerzo para surgir.
La Patria no es un mausoleo, ni un color, ni una ideología. Es la sentida aspiración del alma a pertenecer, vivir, convivir y crecer en el tiempo y el espacio de ese lugar, ese idioma, ese clima y tranquilidad que nos caracteriza como realidad nacional.
La Patria no es propiedad exclusiva de quienes pretenden destruir la democracia en su nombre, y a la sombra de un personalismo que secuestró los Poderes movida por una ilusión “revolucionaria” y redentora fracasada e insepulta. Pero tampoco será el pasivo y complaciente escenario de quienes en críticos puestos de liderazgo y conducción, no entiendan el clamor de cambio en la gente, ni la compleja ruta a seguir para enfrentar con la Ley a quien, hace rato, la ha burlado y pisoteado.
Ante esa frase, “tenemos Patria”, sólo nos queda decir no, no la tenemos. Está extraviada. Secuestrada. Desgarrada. Invadida. Perdida. Escondida. Esperando que cada uno de nosotros empecemos a buscarla y construirla, para hacerla realidad.
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@alexeiguerra
Capitalismo Lunar – Patria
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