La importancia académica de Marcelino Bisbal radica en que es uno de los hombres a quienes se les debe que en Venezuela la comunicación social sea un objeto de estudio superior. No se trata sólo del servicio social que deben prestar los medios a las masas a través del ejercicio del periodismo, sino de llevar más allá el fenómeno de la comunicación, su análisis como proceso de conexión del colectivo a través de los estudios universitarios.
Proveniente de una familia de inmigrantes catalanes, salidos de su tierra luego de la Guerra Civil española, de niño Bisbal (nacido en Logroño) vino de la mano de su madre y sus dos hermanos en barco hacia Venezuela, donde el padre, quien había emigrado antes, cuando la dictadura de Marcos Pérez Jiménez se encontraba en apogeo, los esperaba para continuar el arraigo. “Creo que vinimos a este país porque era uno de los de mayor promisión de América Latina. De acuerdo con la normativa de la época, papá se vino primero y dos años después fue que pudimos venirnos todos”.
Uno de los recuerdos lejanos de Bisbal fue el recorrido por el Cabo Finisterra (La Coruña) y la zona conocida como la Costa de la Muerte, debido a su asociación en tiempos pasados con el fin del mundo europeo, así como su peligroso mar que constituía para muchos “el fin del mundo”. Casi un mes después, estaban llegando al puerto de La Guaira.
Luego de un tiempo en Caracas, Bisbal y su familia vinieron a Barquisimeto, el joven Marcelino y su hermano mayor fueron a estudiar en el Colegio Claret, de allí el compromiso familiar lo llevó a formarse en Agronomía en el núcleo de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en Maracay, sin embargo, los problemas surgidos por la “renovación académica” del gobierno de Rafael Caldera, que llevó a la paralización de las casas de estudios superiores durante ocho meses, junto con la falta de interés del muchacho de terminar con una carrera con cuatro años aprobados lo llevó a desistir de continuar sus estudios.
Una pasantía como asistente de ingeniería en el Ministerio de Obras Públicas y en el Instituto Agrario Nacional, fueron suficientes para terminarle de convencer que el estudio de la Agronomía no era lo suyo, por lo cual decide estudiar Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello. Fue uno de los graduados de la última promoción de cuatro años de la carrera (de hecho actualmente aún piensa que cinco años es demasiado para el aprendizaje de la Comunicación Social).
Luego de graduarse, comienza a dar clases y en uno de sus cursos había de conocer a Marlene, quien se convertiría en su esposa y madre de su único hijo Marcelo. Entró a trabajar en la Oficina Central de Información, donde llegó a coordinar la Dirección de Análisis de la Información hasta el año 1977.
Despegue profesional
Al año siguiente, en plena campaña presidencial, que se resumió en la lucha entre Luis Herrera Campins y Luis Pinerúa Ordaz, se pone a trabajar en los estudios de opinión pública. Aunque el segundo se perfilaba como el favorito para ganar la Presidencia, con el apoyo del gobierno del adeco Carlos Andrés Pérez, un simulacro de elección realizado entre el personal del propio Gobierno, generó dudas cuando resultó ganador el izquierdista José Vicente Rangel (candidato por el MAS), lo cual podría traducirse como la posible derrota de Piñerúa, tal como lo sentenciaron los resultados de la elección. En principio, el experimento generó escándalo en el Gobierno y ataques contra Bisbal, que luego se convirtieron en disculpas y reconocimiento por cuanto, de hecho, el especialista había vaticinado el triunfo de Luis Herrera.
Ese mismo año, Marcelino entra a concurso para ser profesor en la UCV y tras dos jornadas de exámenes (oral y escrito) da inicio a su carrera como docente, con algunas dificultades al principio, pero luego con grandes satisfacciones como la fundación de la revista Comunicación hasta que incursionó en la política. En 1986 se lanzó al historiador Elías Pino Iturrieta como decano de Facultad, que se tradujo en una victoria gracias al apoyo estudiantil, en ese tiempo agrupado en la Plancha 80, donde participaban figuras como Juan Barreto y William Castillo, hoy ligados al chavismo. La petición de los estudiantes fue que Bisbal fuese designado como director de la Escuela de Comunicación Social, cargo que aceptó a pesar de las reticencias de algunos profesores.
Su paso por la política universitaria culminó con la posibilidad de su lanzamiento como decano, nominación que rechazó para continuar como docente hasta su retiro en 2004.
Luego, es llamado por Elías Pino Iturrieta para volver a la UCAB y rescatar los programas de Comunicación Social, que con un equipo logró levantar nuevamente, aunque la situación del país haya cambiado de una forma tan dramática con la irrupción de la política en los tiempos del chavismo.
“En el extremo al que hemos llegado me parece malo (el domino de la política) porque nos ha absorbido de tal manera que no hay acto de nuestra vida, ya sean nuestras relaciones como sociedad, de cotidianidad, donde el tema político no aparezca. Creo que eso no es bueno sino casi enfermizo”, expone, pero reconoce que ha habido una ganancia porque “los partidos políticos mal que bien se han reactivado y hay una generación que se ha enamorado de la política y quiere hacer política, entrar en los partidos porque son necesarios ante la imposibilidad de la sociedad civil de hacer política”.
Militantes del periodismo
En una revisión que hace sobre el trabajo periodístico de los últimos años, Bisbal encuentra cambios interesantes en el oficio. Señala lo que considera fueron errores en los días del golpe de Estado de abril de 2002, cuando un grupo de periodistas apostó mal al actuar como factores políticos y se renunció a la oportunidad de hacer un buen periodismo de investigación e interpretación, sin embargo valora buenas crónicas sobre todo lo ocurrido en esos días.
Considera que este tipo de errores pervierten la verdadera misión del periodista.
Con respecto al canal de noticias Globovisión, lo reconoce, en su momento, como un espacio de importancia para la oposición, pero que no se caracterizó por hacer precisamente periodismo de denuncia. “Como se lo dije una vez a Leopoldo Castillo: se sacan informaciones sin revisar y pasan cosas como el caso de los Comacates”.
Al ser consultado sobre el deseo del oficialismo de buscar la “hegemonía comunicacional”, Bisbal considera que a pesar del despliegue mediático del Gobierno este “dominio” debe ser revisado, especialmente en el tratamiento que los medios oficialistas dan a la información y a los problemas de los venezolanos, como la inseguridad, que es “invisibilizado” en medios como el Correo del Orinoco y Diario Vea, los cuales se limitan a exponer exclusivamente las acciones ejecutadas por el Gobierno nacional en la materia.
“Pero hay una generación de jóvenes periodistas muy buenos, que no son asépticos de ninguna manera. Tienen su posición política, pero se deben fundamentalmente a la verdad, moleste a quien moleste, y la asumen tal cual. Son militantes del periodismo como oficio, pero no de una afinidad política y ello ha sido una ganancia enorme”.
De esta manera culminan dos horas de conversación con el insigne catedrático de la comunicación social, quien participó en el desayuno foro junto a José Ángel Ocanto, jefe de Redacción de EL IMPULSO; Violeta Villar Liste, jefa de Información; Ángela Ameruoso, coordinadora de Información, y Maevy Cordero, coordinadora de Elimpulso.com.
El ejemplo está en la contención
Aunque el cambio de línea editorial de Globovisión, debido a su venta, pueda significar para algunos una acción parecida a la salida del aire de RCTV, luego de la negativa del Gobierno nacional a renovar su concesión de uso del espacio radioeléctrico, Marcelino Bisbal considera que ambos casos no tienen comparación, ya que el desaparecido canal de Bárcenas mantuvo una férrea línea opositora, y por ello se le aplicó la medida por considerarlo “un canal golpista”. Situación que no ocurrió con Venevisión que en los días de 2002 también fue considerado como tal.
“ Aplaudo la decisión de Marcel Granier, aunque hizo una muy mala televisión y lo critiqué muchas veces, pero asumió los costos políticos de su decisión”, expresó.
Para el especialista, en Globovisión el compromiso de exponer la verdad recae con mayor compromiso en los periodistas y en la pericia que tengan al momento de entrevistar a los funcionarios gubernamentales que acuden a los programas por “sentirse más cómodos”.
“Un buen ejemplo lo dio Aymara Lorenzo, cuando conversó con la ministra de Salud, Isabel Iturria, con un trato normal, donde la señora comenzó a sacar cifras de la AH1N1 en otros países. Cuando le pide las cifras de Venezuela, la ministra se negó porque se generaba pánico, allí el espectador se preguntó si la funcionaria verdaderamente tiene las cifras. Aymara no hizo una cosa del otro mundo sino no quedarse callada y hacer una pregunta con total normalidad”.
Sin embargo, el hecho de que representantes del sector financiero muestren interés en adquirir medios de comunicación sí constituye, a juicio de Bisbal, un buen motivo para una investigación.