Comprendemos lo que significa la frustración de la comunidad religiosa de la parroquia del Buen Pastor ante tanto engaño. La carencia de seriedad de quienes en nombre de los venezolanos administran los recursos de todos los nacionales. La iglesia del Buen Pastor es un proyecto de construcción que ya cumplió la mayoría de edad. Los recursos se aprobaron cuando en el sector nació una generación que a la fecha son todos adultos, pero la iglesia en su levantamiento no ha corrido con la misma suerte, afectada por la parálisis de la desidia. El problema de la administración de los dineros de la nación parecen no contar con dolientes. Si como en la época de la colonia los «Juicios de Residencia» tuviesen vigentes, de seguro, las obras proyectadas tendrían su acelerado ejecución.
Económicamente, el Buen Pastor, ha sido una abandonada; hay en ella un paladín de voluntad, constancia y dedicación; se trata del padre Javier Sangronis, abnegaado sacerdote al servicio misional de la feligresia y de la fe de la iglesia. Junto a él solidariamente está toda una valiente feligresía que no conoce de cladicaciones. Todos, sin excepción, como laboriosas hormiguitas se han echado al hombro la voluntad de levantar su iglesia. Con sus pequeñas y constantes contribuciones junto con las contribuciones de instituciones privadadas y públicas como la de la gobernación del estado, la edificación ha vencido la modorra de la inactividad. Lo cierto es que la estructura, enhiesta y misionera, se erige sugerente de la tarea que le toca cumplir en su medio. El acabado exterrno de todas sus paredes está prácticamente terrminado. Faltan todavía muchas cosas, entre ellas, las más inmediatas y necesarias: el techo y el piso. Ojalá, la gobernación, por iniciativa del gobernador del estado se encargue generosamente de contribuir económicante. Si así se concretara se podría, por lo menos, en todo caso, de techarla.
En las cosas espiritual es de la fe, las reconpensas no tienen el sonido del vulgar dinero. Hay siempre un indeterminado momento en el cual el acuerdo se acuna en lo más profundo del ser y el pensamiento sin imposiciones se regocija del tributo inmaterial que se recibe. Sólamente cuando estas cosas espirituales se viven es que se puede comprender que hay otros aspectos incomparables más sublimes que los económicos.
A echar adelante con la última etapa de la edificación es el propósito que anima en el sentimiento tanto del padre Sangronis como de toda la población buena pastoreña. El sacrificio parece ser el acicate que como bandera les anima. Esperamos que con la misma voluntad y fe el pueblo católico de la parroquia del Buen Pastor no desmaye en su propósito de levantar su templo. Es una buena demostración que sirve de ejemplo hasta para la misma administración nacional. La voluntad es un capital que puede conseguir lo que un millonario presupuesto no pudo lograr.
Animados todos desde el galpón donde provisoriamente, con religiosa entrega. se oficia la eucaristía; los feligreses no solo entusiasman con su presencia, sino que, también ayudan con sus generosas contribuciones. La urbanización Patarata II se merece su templo. Todos los católicos de la ciudad tienen la gran oportunidad también de contribuir para la obra, al fin, se concluya.
Lectura – El buen pastor
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